A pesar de lo que indica el padrón y lo que reconocen las estadísticas, Sevilla capital se acerca al millón de habitantes. Por supuesto, entendiéndolo como personas que la habitan de hecho, no de derecho. Hay un desfase importante, que asume el Ayuntamiento, y que perjudica a los 690.566 empadronados en Sevilla. Con sus impuestos costean servicios de los que se benefician otros. No se trata de algo anecdótico, sino que tiene una repercusión económica negativa para la ciudad.

EN Sevilla se han publicado muchas noticias del Año de Murillo, aunque mayormente será celebrado en 2018. Aprovechando la oportunidad de que Bartolomé Esteban fue bautizado el 1 de enero de 1618 en la Magdalena, lo principal que se hará en 2017 es abrir la conmemoración, pero lo fundamental se podrá contemplar (si Dios quiere y hay dinero suficiente) el próximo año. Así que no sean ustedes tan impacientes, que todavía queda tarea, y dejen trabajar a los que intentan organizarlo. Por el contrario, sí se celebrará en 2017 el XXV aniversario de la Expo 92, una conmemoración de menor rango artístico, que va en el modo silencio de Sevilla.

NINGUNA ciudad española tiene la cantidad y calidad de los monasterios y conventos de clausura de Sevilla. Muchas personas creen que sólo funcionan como obradores de pastelería, y que se autofinancian con los ingresos del puente de la Constitución, cuando venden los dulces en el Alcázar; o con los acuerdos que tienen con El Corte Inglés y otras tiendas, además de los tornos. Es un error pensar que sólo sirven para fabricar dulces. Son casos diferentes al del Horno de San Buenaventura.

SEVILLA es muy cernudiana para ciertos asuntos. Por eso se confunde fácilmente la realidad con el deseo. El tranvía de Santa Justa es otro ejemplo. Se ha alabado a Juan Espadas por la buena voluntad de rescatar el proyecto. Se ha entablado una polémica acerca de si se le ocurrió primero a Monteseirín o a Zoido. Eso es el deseo. La realidad es que el tranvía de Santa Justa no debería ser la prioridad. Mientras no exista una parada de Metro en Santa Justa no tiene sentido gastarse 40 millones de euros en prolongar las vías y montar un sarao de tráfico en Nervión.

LA historia del dragado en profundidad del río Guadalquivir es parecida a la del canal Sevilla-Bonanza, sobre la que tanto escribió Nicolás Salas en otros tiempos. Un espejismo, o un sueño del que algún día despertarán. El dragado del río, con el calado que pretende el Puerto de Sevilla, es imposible, porque jamás será autorizado. Esto se sabe desde los tiempos en que Miguel Arias Cañete eras ministro. En la Junta de Andalucía tampoco lo han apoyado nunca abiertamente. Ni el PP ni el PSOE lo han rechazado con rotundidad, hasta ahora, porque en Sevilla hay gente del PP y del PSOE apoyando el dragado, para complacer a las fuerzas vivas portuarias, a sabiendas de que no hay nada que hacer. Pero queda bonito de cara a la galería.