A la sombra del nuevo centro comercial de Torre Sevilla, se ha reconocido públicamente que su vecino de la Plaza de Armas está fracasando. Adif lo montó con altas pretensiones, como en otras estaciones españolas. Ahora parece que lo quieren revitalizar. De momento, van a licitar la restauración de la fachada. No descartan encargar la gestión del centro a una nueva empresa. Se aferran a su última oportunidad: creen que la inauguración de Torre Sevilla les puede beneficiar; o al menos ayudar para que se reparta el pastel de las tiendas.

ESTAMOS ante un error que se puede evitar, aunque a algunos les daría un soponcio. La ampliación del tranvía desde la estación de San Bernardo hasta Santa Justa es una obra compleja e innecesaria, cuyo recorrido fue cuestionado desde la Junta de Andalucía y es criticado por diversos colectivos. Le han puesto pegas algunos expertos en infraestructuras y los ecologistas que llevan las cuentas de los árboles apeados. Es sabido que la Junta siente especial predilección por los tranvías, aunque la mayor parte de los que programaron en Andalucía han fracasado, o ni siquiera los han inaugurado todavía. Por eso, sus dudas sobre el proyecto de Santa Justa pueden ser determinantes para frenarlo. El Metrocentro cumple unas utilidades razonables. Pero lo de Santa Justa es diferente.

HOY se celebra el día de San Miguel, que cuenta con velada en el Muelle de la Sal y con toros en la plaza de la Maestranza. Pero en este otoño se cumplen también 150 años del derribo de la parroquia de San Miguel, uno  de los mayores atropellos cometidos contra el patrimonio histórico de Sevilla. Así empezaron a cargarse la actual plaza del Duque, a lo salvaje, y no sólo con lo que sucedió hace 50 años en las casas palacios reconvertidas en grandes almacenes. El derribo de San Miguel se llevó por delante una joya arquitectónica del siglo XIV, uno de los mejores testimonios del gótico-mudéjar. Era uno de los principales templos de Sevilla. Allí se casó el pintor Diego Velázquez. Allí tenían su sede tres cofradías: Soledad, Amor y Pasión.

LA semana pasada escribí sobre los jueves que perdimos y hoy sobre los viernes que ganamos. Nunca se habló de los viernes que hay en el año que relucen más que el sol, porque el Viernes Santo suele amanecer lluvioso, o al menos nuboso y dudoso. Algunos supersticiosos culpan a la luna de Parasceve, como origen del mal fario. La luna no tiene la culpa y se puede demostrar, aunque me lo ahorro. El  viernes era el día en que había problemas con los costaleros profesionales, pues las cuadrillas llegaban reventadas. En la Feria, el viernes era cuando algunos ya dimitían, como si fueran ministros de Sánchez, y se iban a la playa. El viernes siempre fue, es y será un día piadoso, de visitar al Señor en San Lorenzo. El viernes era el último día laborable.

SER alcalde no es sencillo. A veces vives momentos bonitos. ¿Y lo que hay que aguantar? Ayer fue una jornada agridulce. A las 10 de la mañana, Juan Espadas pasó a la historia local como el alcalde con el que se ha abierto el primer establecimiento de Primark en Sevilla. Por fin: flagship en Torre Sevilla, y con influencers. Nunca antes ningún alcalde vivió cosa semejante. Puede que otros hayan presidido un Santo Entierro Grande, o lo que sea, y Espadas todavía no; pero inaugurar un Primark carece de antecedentes. Había gente esperando desde las siete de la mañana. Yo no sé para qué se van algunos desde temprano, siempre que hay algo curioso. Pero la verdad es que esto sucedía por vez primera en la vida. Estaban como locos.

Juan Carlos Cabrera había dispuesto un servicio de tráfico especial. Tussam había reforzado sus líneas con destino a Torre Sevilla. Y, por si fuera poco, Uber y Cabify ofrecían servicios gratuitos, por crear ambiente con los taxistas y protestar contra el Gobierno. Así da gusto comprar en Primark. Aunque en El Corte Inglés de la plaza del Duque también había descuentos.