LO peor de Franco no es que hayan trasladado sus restos, sino que su fantasma sigue vivo, dando vueltas por ahí. La guerra no ha terminado, aunque lo anunciaron en 1939. A la guerra le siguen dando carrete, y la intenta ganar la izquierda con su relato a la carta, que le aporta una superioridad moral para buscar votos. No tenemos un Gobierno estable por culpa de la Guerra Civil. Las dos Españas se reconciliaron cuando acordaron la Constitución, y firmaron los pactos de la Moncloa y esas cosas que hacían en los tiempos de la Transición, pero después se distanciaron. La Guerra Civil sólo se terminará el día que el PP y el PSOE gobiernen juntos en España. O sea, nunca.

EL conflicto político de Cataluña no es como el de Hong Kong. Sin embargo, el modelo de violencia callejera ha sido copiado por los CDR catalanes y por ese grupo denominado Tsunami Democràtic. También es semejante que en Cataluña y en Hong Kong se enfrentan a policías autonómicas. En Cataluña a los mossos, dependientes de la Generalitat, que envía policías mientras su presidente fomenta las revueltas. La Policía Nacional, en Cataluña, se mantiene como fuerza de apoyo, y con consignas restrictivas. En Hong Kong interviene la policía del gobierno autónomo, que avisa de las cargas previamente. Es falso que disparen con armas de fuego a los manifestantes. Sólo lo hizo una vez un policía acorralado al que pegaban con barras de hierro. Las fuerzas chinas (a las que esas algaradas les hubieran durado dos telediarios) no actuaron y están fuera del territorio de Hong Kong.

EN España pasamos fácilmente de la historia a la histeria. Al día de ayer me remito. Hemos vivido un día de la Fiesta Nacional de lo más ajetreado. Otros años, al llegar el 12 de octubre, se dedicaban a despotricar de la colonización de América, y a decir que los españoles habían ido allí a exterminar indígenas. Pero este año se han callado, quizá porque los indígenas de Ecuador han asaltado el Parlamento y quieren liquidar a un presidente que se llama Lenín, y defiende “el socialismo del siglo XXI”. Si este gachó les dice: “Mi nombre es Lenín, Lenín Moreno”, esos indígenas se ponen peor que si hubieran visto al fantasma de Cristóbal Colón.

FRENTE al populismo está el otro populismo. Funciona por todas partes, incluso por la del Gobierno de Pedro Sánchez, que llama al embajador de EEUU por un conflicto comercial. Están convenciendo a la gente de que van a arruinar a las empresas andaluzas de aceite, vino y otros productos por culpa de Donald Trump. El presidente de los EEUU es impresentable en ciertos ambientes, y un político tosco, además de gustarle mucho un arancel. Pero, en este caso, la culpa no es de Donald Trump. La culpa es de la Organización Mundial de Comercio, que ha decidido a favor de EEUU, en un largo contencioso que mantenía con la Unión Europea, desde principios del siglo XXI. Según la OMC, en EEUU pueden gravar a productos europeos por valor de 6.900 millones de euros anuales, para compensar las pérdidas que sufrieron en el sector aeronáutico por las ayudas europeas a Airbus.

EL invento de partido que está formando Íñigo Errejón no es una ocurrencia. Algunos lo subestiman, pero está correctamente planificado. Puede que se estrelle, porque el voto es más volátil de lo que parece. Muchos electores dudan entre indignados y aburridos, dos estados de ánimo negativos, de los que puede salir cualquier cosa. Errejón, en condiciones normales, se hubiera apuntado al PSOE, como otros comunistas arrepentidos y con apetito de poder. Pero, en estos momentos de incertidumbre, el mejor servicio que puede prestar para que Pedro Sánchez sea presidente es justo lo que hace: aplicar el modelo andaluz (eso que ellos llamaban el trifachito) a la izquierda fraccionada.