EN las obras del Metro de Sevilla, la gente está con la mosca detrás de la oreja, y temerosa de que le den gato por liebre. Sin embargo, existe una oportunidad real de llevar adelante la línea 3 desde Pino Montano, que ya no terminaría en Los Bermejales, sino más adelante, en el Hospital de Valme, pasando además por Palmas Altas. Se deben poner de acuerdo el PP y el PSOE. Pero, según parece, la relación no es como en el debate de investidura. España se ha ido a los extremos (o se ha ido del todo), pero Sevilla no, al menos no todavía. El alcalde, Juan Espadas, y la consejera de Fomento, Marifrán Carazo (así como el viceconsejero, Jaime Raynaud) pertenecen a los sectores más presentables de sus partidos. Pueden alcanzar acuerdos. Sobre todo si entendemos que el Metro debe servir para que lo disfruten los sevillanos, y no para tirarse los trastos a la cabeza.

A la presentación de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno le ha faltado solemnidad. Aunque sean anticlericales, se deberían fijar más en el protocolo del Vaticano, que cuida esos detalles divinamente. A la presentación de Pedro Sánchez (con el trabajito que le ha costado y lo reñido que ha sido) le hubiera sentado bien una fumata blanca, cuando ya se sabía que lo había conseguido por 167 a 165, en la prórroga (y con los independentistas de ERC y los proetarras de Bildu haciendo su trabajito), de modo que hubiera salido el humo blanco por la trasera del Congreso de los Diputados. En la Carrera de San Jerónimo, algunos paseantes despistados hubieran creído que sus señorías se estaban ventilando unos porros, después de lo que hemos escuchado allí, pero las personas más preparadas lo hubieran entendido a la primera, digo a la segunda.

GUSTE o no guste, Pedro Sánchez será investido hoy presidente del Gobierno. El domingo pasado, una tal Mertxe Aizpurua, de los proetarras de Bildu, tuvo una intervención escandalosa, pero Pedro Sánchez, cuando subió a hablar, no defendió al Rey, ni condenó a ETA, cuyos herederos se van a abstener para que él gobierne. Por un puñado de votos se olvida hasta la dignidad. Después, cuando los diputados votaron, se vio que la culpa de tener a Pedro Sánchez de presidente, no es sólo de su pacto con Unidas Podemos y los acuerdos con los independentistas de ERC y los proetarras de Bildu, sino que además, entre otros, será presidente hoy gracias al voto de oro de Teruel Existe.

AL programar la investidura en estas fechas esotéricas de enero, coincidiendo con la llegada de los Reyes Magos (y con Frankenstein disfrazado de Baltasar), el candidato Pedro Sánchez ha arriesgado mucho. Tanto que le ha salido una proetarra de Bildu, Mertxe Aizpurua, como estrella de la ilusión. Pero hoy es la tregua, hoy es el día de la Pascua Militar, en el que los monarcas llegados de Oriente nos pondrán los regalitos, si hemos sido rbuenos; o el carbón, que está muy mal visto por los ecologistas climáticos (excepto los asturianos), si hemos sido malos. Y hay algo más: el sorteo de la Lotería del Niño. Hoy están en juego un montón de millones. Mañana también.

EL alcalde de Sevilla, Juan Espadas, debe administrar con habilidad y sabiduría lo que se le viene encima. Inés Arrimadas ha fijado el foco en los barones socialistas, pero Juan Espadas tampoco estará cómodo tras el pacto de Gobierno entre el PSOE, que es su partido, y Unidas Podemos. Y menos aún tras las concesiones a los independentistas de Cataluña que van a venir. En el catálogo de medidas que han presentado Pedro Sánchez y Pablo Iglesias queda claro que han apostado rotundamente por el populismo. Para un alcalde que hasta ahora ha sido moderado y centrista, políticamente hablando, y que tiene fijada su fecha de caducidad municipal en 2023, se avecinan tiempos difíciles.