RAJOY ha vuelto a Sevilla, una ciudad donde el PP le permanece fiel. A estas alturas, Mariano se ha convertido en un Adolfo Suárez gallego y barbudo, que va evocando por las principales ciudades el centrismo perdido. Si bien no lo hace políticamente hablando, sino presentando el libro de sus memorias, que se llama Una España mejor (el título ya sugiere que vamos a peor), y en el que intenta hacerse justicia, ya que nadie se la hace. Escribir bien de Rajoy suena muy raro, porque había una campaña orquestada para cargárselo. Su gira no es como las de Javier Sierra o Santiago Posteguillo. Rajoy no es un novelista histórico, sino que lo presentó Juanma Moreno, al que se ve como un discípulo amado.

EL alcalde de Sevilla, Juan Espadas, no suele ser un hombre de runrunes. Por eso, no creo que le beneficie el ambiente que se está creando. Al maniobrar en Madrid, y ser situado entre los eventuales candidatos a suceder a Susana Díaz (también sonó como ministrable), se ha arriesgado a que se le vea como un alcalde provisional. Es decir a que se abra otro melón, antes de estar maduro. ¿Quién le sucedería en el Ayuntamiento de Sevilla? ¿Y cuándo? Quizá por eso ayer matizó el discurso y hasta negó su fecha de caducidad: ya no parece tan seguro que deje la Alcaldía después de ocho años en el cargo. Ya no cierra la puerta para 2023.  Tampoco está mal ser el alcalde de Sevilla, que es la cuarta ciudad con más habitantes de España, a pesar de no llegar a los 700.000. Ya he escrito que lo natural sería considerar a Espadas como un barón, por ser el principal alcalde que tiene el PSOE en este país. Pero la baronía de don Juan está verdísima.

GUSTE o disguste, casi todo lo que se hace en Sevilla se enfoca hacia el turismo. Al turista le quiere cobrar Juan Espadas un euro (o dos), como contraprestación por las molestias que origina. Mientras en otras ciudades pagarían gustosos un euro (o dos) a cada turista, si acudieran tantos como a Sevilla. Algunos y algunas no llegan sólo para ensuciar y dar por saco. Ha sido revelador que la programación de ópera del Teatro de la Maestranza para 2020-2021 se presente en Fitur. Esta semana los políticos municipales, provinciales y regionales de toda España y parte del extranjero se reúnen en Madrid, donde se celebra la gran feria del turismo español. Con sus casetas, a las que acuden estos feriantes. ¡Ay, quién trincara la Fitur para Sevilla! Es mucho mejor que la gala de los Goya.

EL progresismo, esa nueva ideología que ha abrazado el Gobierno coaligado, es lo mismo que sus detractores llamaban socialcomunismo. En 1936, los socialistas y los comunistas de diversos troncos y ramas formaron el Frente Popular, que hoy sería el Frente Populista. Pero lo curioso de la evolución histórica es que han pasado de ser los rojos a ser los verdes, debido a sus preocupaciones científico-ecológicas. En Europa se denominan así, Los Verdes, y están en auge, e incluso gobiernan en algunos territorios. Es verdad que los verdes europeos no son como los nuestros, sino un poco diferentes. Por otra parte, en España, el color verde tiene un problema: se lo ha apropiado Vox. El azul cielito lindo ya estaba ocupado por el PP. A los de Vox les han entrado los complejines y se han portado como una derechita cobarde, por no utilizar el azul marino, que hubiera sido lo suyo.

EN Sevilla hay menos sevillanos, porque cada año nacen menos criaturas, pero falta de todo. Faltan habitantes para llegar a los 700.000, ese sueño de Juan Espadas y los alcaldes anteriores. Faltan sillas y palcos en la carrera oficial para atender la demanda, a pesar del IVA. Faltan casetas de Feria para atender las peticiones de los particulares y las entidades. Faltan tres líneas de Metro que habían prometido en la década pasada. Faltan plazas de aparcamientos para el Lagoh. Faltan los túneles de la SE-40 y la conexión ferroviaria de Santa Justa con San Pablo. Faltan las cubiertas de la Copa Davis en cuanto alguien se despista... Y faltan 80 días para el Domingo de Ramos. Con todo ello, se aprecia que Sevilla es una ciudad que vive a medias,y siempre necesita más, como si la afectara una permanente insatisfacción.