TERMINO esta trilogía de artículos dominicales sobre la vivienda, recordando que el populismo del Gobierno del PSOE sanchista y Unidas Podemos, con sus colegas independentistas de ERC y los proetarras de Bildu, está en el camino de conseguir que el sueño de tener un piso propio sea cada vez más difícil de cumplir para los jóvenes. No construyen viviendas sociales, los alquileres están más caros que nunca, las hipotecas han subido a niveles de impagables y, como remate, conceden mayores ventajas a las okupaciones de pisos. Para colmo, cuando Pedro Sánchez, en plena campaña de promesas, anuncia que avalará el 20% de las hipotecas a jóvenes, los líderes de Podemos dicen que es “una infamia”. Es un Gobierno que destrozará el mercado inmobiliario en pocos años, si las urnas no lo remedian.
AL hablar de viviendas, como hace Pedro Sánchez, no se puede olvidar que la mayor parte de los barrios con viviendas sociales que existen en España fueron construidos en el franquismo. ¡Ojo! Con eso no se trata de justificar la dictadura. Pero es obvio que el franquismo procuró medidas sociales apaciguadoras para las clases medias y bajas. Entre ellas, estuvieron la mejoría de la sanidad, la educación y la vivienda pública. Ramón Tamames, en Introducción a la economía española (edición de 1974), destaca que en España había entre 25.000 y 30.000 empresas de construcción (la mayoría pequeñas), que recibían créditos del Estado a bajo interés, mediante tres bancos públicos (Construcción, Hipotecario y Crédito Industrial). El 1 de mayo de 1959, José Luis Arrese, ministro de Vivienda, había expuesto su proyecto con una lapidaria frase: “No queremos una España de proletarios, sino de propietarios”.
LA polémica Ley de la Vivienda es otra concesión de Pedro Sánchez para contentar a sus socios de Frankenstein. Viene patrocinada por los independentistas de Bildu y ERC, con el aval de Unidas Podemos. Pedro Sánchez abandona las políticas socialdemócratas, que eran las propias del PSOE, para introducir políticas del marxismo en versión podemita. En el maniqueísmo marxista, los buenos son los proletarios, mientras que los malos son los capitalistas. ¿Y los demás? Esas teorías eran del siglo XIX, y en muchos aspectos están desfasadas. Pero no se trata de teorías, sino de fantasías. En la Ley de Vivienda, van a cometer un error garrafal, porque hay más propietarios de pisos que okupas. Y van a beneficiar a una minoría que está fuera del sistema.
ESTA semana ha ocurrido algo infrecuente en la política española: un pacto entre el PSOE y el PP para reformar la Ley del sí es sí. Un pacto con disimulo, y con el presidente Sánchez haciendo mutis para viajar a Doñana, un coto al que su partido ha maltratado. El pacto de PSOE y PP era imprescindible, ante la cerrazón de Unidas Podemos y el empecinamiento en evitarlo de Irene Montero y el sector podemita para no reconocer su fracaso. Según fuentes próximas al PSOE, Tezanos les habría alertado: los sondeos del CIS revelaban la pérdida de 621.000 votantes y un 10% del voto femenino por las consecuencias de esa Ley del sí es sí para el PSOE. Hasta 978 agresores sexuales se han beneficiado de las reducciones de condenas y 104 han quedado en libertad. Aunque no tenga efectos retroactivos, modificar la normativa legal era urgente y el PSOE se encontró en un callejón sin salida.
EN estos últimos días se ha puesto de moda insultar al presidente de la Junta, Juanma Moreno, desde Madrid y desde Barcelona. Eso significa que Andalucía les molesta. Juanma empieza a tener un peso propio en la política española, y les fastidia que en la autonomía con más votantes del Estado las cosas sean diferentes a lo que le conviene al Gobierno izquierdista de Pedro Sánchez y al independentista de Pere Aragonés. Cuando no hay argumentos serios, se acogen al insulto y a la burla. Eso es lo que están haciendo, además de recurrir a las mentiras en la proposición de Doñana que aprobó el Parlamento de Andalucía. Es vergonzoso que difundan falsedades por electoralismo.