NO es cierto que la supresión del delito de sedición sea el pago a los independentistas catalanes para que le aprueben los Presupuestos Generales del Estado. Ni que Pedro Sánchez se asegure la permanencia en el poder, con esa concesión, un año más, hasta que convoque elecciones. Pedro va más lejos, tiene más hartura de miras, como diría una ministra. El líder del sanchismo ha diseñado una hoja de ruta para el próximo lustro, que pasa por un tripartito con Unidas Podemos (o como se llame en el futuro) y con Esquerra Republicana, para gobernar en Cataluña y en España. Esa es su estrategia para derrotar al PP de Feijóo.

EL populismo del PSOE sanchista y de Unidas Podemos no sólo está dividiendo el país entre ricos y pobres. También están agravando la brecha generacional. La lucha de clases, que abanderaba el marxismo desde Marx, se ha ampliado a la lucha de generaciones. Pero no con unos planteamientos de filosofía política, sino confusos y maniqueos. Desde Unidas Podemos (que se presentó como el partido de la juventud indignada) y desde el PSOE (que se ha subido al carro con Pedro Sánchez) han considerado que se deben apoyar en los jóvenes, pues al fin y al cabo van a vivir más tiempo y son los votantes del futuro. Aparte de medidas electoralistas, ya suficientemente comentadas, el asunto es más profundo. Porque están propiciando una división peligrosa.

CON naturalidad, como quien no quiere la cosa, este país se está dividiendo en pobres y ricos. Algunos dicen que es por culpa de la lucha de clases marxista, que sustenta ideológicamente a los partidos del Gobierno, especialmente al sector de Unidas Podemos, y que ha contagiado a aquel PSOE socialdemócrata de hace 40 años. Creo firmemente que no es tanto un problema teórico como práctico. En los últimos años (quizás desde que Pedro Sánchez es presidente y Pablo Iglesias era vicepresidente), los pobres van en aumento. Ciertamente, hay más. ¿Y de quién es la culpa? Como el Gobierno no va a asumir su responsabilidad, acusa a los ricos, cada vez más odiados.

EN Andalucía, como en el resto de España, se habla mucho de Cataluña. Por el contrario, en Cataluña se habla menos de Andalucía. Por eso, es positivo que el presidente de la Junta, Juanma Moreno, tras su éxito en el Foro Joly de Madrid, intervenga mañana en un Foro del diario La Vanguardia en Barcelona. Y que pronuncie (se supone que será en lengua española) una conferencia con el sugerente título de Andalucía, un nuevo liderazgo. No sé si aprovechará la oportunidad para invitar a los ricos catalanes a domiciliarse en Andalucía, donde no pagarán el impuesto de Patrimonio. Aunque le recomendaría que no insista con eso, ya que se mosquearon cuando lo dijo. El presidente del Cercle d’Economía, Jaume Guardiola, lo consideró una falta de respeto.

CORREN buenos tiempos para el frente baronil. Me refiero al frente de los barones, que son también varones, con la excepción de Isabel Díaz Ayuso, a la que no se suele incluir en ese grupito por tres motivos: suena más raro lo de baronesa, se la considera más de derechas, y es poco creíble que Madrid sea una autonomía para reivindicar nada a favor de la periferia. Así las cosas, en el frente baronil tampoco se sitúa a Francina Armengol, la presidenta de Baleares, que está encantadísima de ser fiel a su jefe Sánchez. Cuando se escribe del frente baronil hay que tener cuidado, porque los correctores ortográficos son machistas, y te lo cambian a varonil, por su cuenta.