LAS campañas electorales están condicionadas por las encuestas, que se han convertido en un arma de presión. Pero las fechas influyen en los resultados. ¿Hoy es un buen día para votar en Andalucía? Todo hace suponer que no. Las temperaturas serán veraniegas, a pesar de que la ola de calor Álex ya pasó. Es un buen día de playa y tiempo libre. Las malas lenguas dicen que, por eso, para dejar a la gente sin viajes, han subido el precio de la gasolina y el diésel a más de dos euros el litro, sin que se noten los 20 centimitos de la rebajita de don Pedro. No obstante, Juanma, Juan y los demás candidatos tienen miedo. La participación es una de las grandes incógnitas del 19-J.
LOS debates televisados mueven algunos votos, y sobre todo refuerzan las lealtades. Mañana lunes está convocado el segundo debate de la campaña andaluza en Canal Sur. Después del primero, organizado el lunes pasado en TVE, ha quedado la sensación de que el debate fue como un surtido de pequeños mítines, ya que los participantes repiten una y otra vez lo que les han preparado sus asesores, y no se comprueba nada, y se puede mentir por la cara, etcétera. Pero el lunes pasado quedó de manifiesto algo importante: será complicado para Juanma Moreno formar gobierno en la Junta de Andalucía, excepto que consiga la mayoría absoluta por sí o con Ciudadanos. Con Vox lo tiene francamente difícil.
LAS encuestas (incluidas las oficiales del CIS de Tezanos y el Centro de Estudios Andaluces) vaticinan un claro triunfo electoral de Juanma Moreno en Andalucía, que se calcula en el entorno de los 50 escaños. No alcanzaría la mayoría absoluta, pero si Ciudadanos pesca un par de escaños se quedarían cerca. Estos datos han creado un mal disimulado triunfalismo en el PP. Y aunque Juanma Moreno pide cautela y no caer en confianzas, el mensaje que llega a la gente es el contrario. Como que lo están celebrando antes de ganar. Por el triunfalismo y los excesos de confianza se han consumado inesperadas derrotas. El París Saint Germain, el Chelsea y el Manchester City fueron eliminados de la Champions por el Real Madrid cuando ya saboreaban la victoria.
LOS republicanos han emprendido una campaña feroz contra la monarquía española, aprovechando el regreso del rey emérito Juan Carlos, en visita privada y familiar. En nuestra democracia, nadie debe vivir en el exilio, y menos sin estar condenado, aunque su forma de proceder personal haya ensombrecido su gestión modélica como rey. No es novedoso que una parte de los ministros de Sánchez (los del sector podemita) se comporten con deslealtad institucional. Pero ha sorprendido que ministros del PSOE digan que Don Juan Carlos debe pedir perdón. ¿Perdón? Ya no es el rey. ¿Pedro Sánchez ha pedido perdón por sus errores de funestas consecuencias? Sin embargo, es curioso que la campaña no ha erosionado el prestigio del principal bastión con el que cuenta la monarquía española: Doña Sofía, la reina emérita. Contra ella no se atreven. Y lo que hacen es ignorarla.
EL error no fue el concepto, sino que se embarulló. Bendodo no supo explicar lo que Feijóo transmitió muy bien a los empresarios catalanes en Barcelona. España es una nación y un Estado, pero Cataluña, el País Vasco, Galicia o Andalucía tienen singularidades e identidades propias. Hasta en el testamento político de Franco se lee: “Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de las regiones como fuente de fortaleza en la unidad de la Patria”. El Reino de España surgió como “un reino de reinos”, en el que se integraron. La cuestión territorial está definida en la Constitución de 1978. Y quienes se consideran constitucionalistas deben respetarla entera, no sólo la parte que les agrada.