VIVIMOS en un tiempo demasiado condicionado por el populismo de extrema izquierda y de extrema derecha. En el siglo XX, los movimientos de extrema izquierda llevaron al comunismo, y a la toma del poder mediante revoluciones. En el siglo XX, los movimientos de extrema derecha llevaron al fascismo y el nazismo, y a la toma del poder mediante sublevaciones. La extrema izquierda y la extrema derecha nunca han sido democráticas, sino que aspiran a conquistar el poder para imponer sus totalitarismos a la sociedad. Y, en ocasiones, lo intentaron por las malas, mediante golpes de estado. A veces disfrazados de revoluciones o alzamientos.

LAS tempestades han afectado a las carreteras andaluzas, incluso se cortó al tráfico la autopista AP-4 entre Sevilla y Cádiz. Ha llovido mucho, pero influye que están peor que en los tiempos de Aznar y Chaves. Y no me refiero sólo a las vías secundarias (algunas de las cuales son como senderos para cabras), sino a las autopistas y autovías. Hay plataformas para protestar por la sanidad pública, la educación pública o la vivienda pública, pero parece que las obras públicas interesan menos. Antes se consideraba un factor esencial para el desarrollo de las regiones, las ciudades y los pueblos.

ESTAMOS llegando a un nivel de miseria moral en la política española que debería llevar a la reflexión. No se debe utilizar a los muertos para conseguir los votos de los vivos. Y hasta ahí hemos llegado. Se está viendo con la catástrofe de Valencia, y también con la pandemia del Covid al cumplirse los cinco años. Al parecer, como en la aplicación sesgada de la memoria histórica los crímenes son sólo de un lado, ya han tomado carrerilla, y señalan muertos de la derecha por todas partes, incluso en los casos donde la responsabilidad política fue sólo una parte del problema.

NO es lo mismo ser feminista que vivir del feminismo. Es una diferencia que ya ha quedado clarísima en la política española. Sin embargo, como le suele pasar a la izquierda marxista, tardan más de un siglo en entender que su concepto del mundo ha quedado desfasado. Ya no estamos en los tiempos de Marx y la revolución industrial, sino en el trumpismo artificial. Y tampoco estamos en los tiempos de Simone de Beauvoir. Ahora, en España, las lideresas del feminismo quieren ser Yolanda Díaz, Irene Montero e Ione Belarra. Ninguna de las tres sería capaz de escribir El segundo sexo.

LA guerra de Ucrania no la puede ganar Europa sin el apoyo de EEUU. Donald Trump se comporta como un chufla, pero es el presidente de los norteamericanos. En estos momentos, la única opción coherente sería negociar una paz justa y lo más duradera posible. ¡Ojo! Justa para Ucrania y duradera. Pasa por no regalar las tierras conquistadas a Putin, que fue quien empezó esa guerra. La situación es la que es. Y Europa debe presentar un plan de paz, y no limitarse a aportar más dinero para seguir la guerra. Trump ya ha dejado claro que quiere aprovecharse de Zelenski y no lo considera un aliado. China tampoco tiene a Zelenski entre sus amigos. Y es probable que Zelenski no gane unas elecciones en Ucrania, en el caso de que algún día las convoquen.