PUDIERA ocurrir que Carles Puigdemont no sea amnistiado. Hoy lo tiene más difícil que hace un mes. Y en el PSOE están empezando a surgir dudas. Porque se van a estrellar en Europa, que es donde no lo esperaban, y eso le duele bastante a un partido que ha presumido de ser el más europeísta; con razón, además. La resolución aprobada por la Eurocámara esta semana, para que España investigue las conexiones de Puigdemont y los independentistas catalanes con Rusia, deja en muy mala posición a Pedro Sánchez, que es el presidente de la Internacional Socialista. Aunque no sea vinculante, supone el mayor revés que ha sufrido la amnistía de Puigdemont desde que el Gobierno emprendió ese camino a lo loco. La conexión rusa es la principal clave para que descarrile la amnistía. Por eso, Puigdemont presiona para que no lo pillen por ese asunto. Y, por eso, se ha minusvalorado esa resolución. A Sánchez le interesa taparla.

PREPÁRENSE para una campaña sucia en las elecciones de Galicia, que están convocadas para el 18 de febrero, primer domingo de Cuaresma. Ahora todo está marcado por el odio y el rencor. Es la política del ventilador, a la que se refirió Alfonso Guerra en tiempos pretéritos. Consiste en esparcir la mierda por todas partes, menos por una, la propia, a donde también termina cayendo. Algunos dicen que la culpa de esto la tiene Zapatero, porque fue quien rescató la memoria de la Guerra Civil. Cuando empezaron a remover las tumbas, ya fue el sálvese quien pueda. Los muertos estaban tranquilos con el descanso eterno. Y ya nadie habla de reconciliación, ni de concordia, ni de paz. Ni siquiera los abogados cristianos.

TIENE gracia que lo más señalaíto de Fitur haya sido el encuentro informal que mantuvieron un presidente autonómico del PSOE y tres del PP. La reunión de Emiliano García-Page (Castilla La Mancha) con Juanma Moreno (Andalucía), Carlos Mazón (Comunidad Valenciana) y Fernando López Miras (Murcia) no parece que surgiera por casualidad. Incluso fueron apartados del encuentro la presidenta de Extremadura, María Guardiola, y el presidente de La Rioja, Gonzalo Capellán, ambos del PP, que pugnaban por salir en las fotos y las imágenes de televisión. Pero no les permitieron el minuto de gloria. ¿Por qué? Porque no tenían velas asignadas para ese entierro político.

LA confrontación entre dos bloques irreconciliables ya excede los límites del sentido común. No es sólo el espectáculo circense derivado de la amnistía. Ya contamina hasta las cuestiones más necesarias para los ciudadanos. Esta semana hemos visto un nuevo ejemplo, con las medidas contra la sequía en Andalucía que anunció Juanma Moreno. Me pareció vergonzosa la actitud de la oposición. PSOE, Vox, Por Andalucía (o sea, Sumar) y Adelante recurrieron a la demagogia por costumbre, en vez de intentar buscar acuerdos y proponer alternativas serias para un problema que van a sufrir los andaluces, sean de derechas o de izquierdas.

NO es fácil entender a Junts, ya que no se entienden ni ellos mismos. Como partido se constituyó en 2020, aunque había sido registrado en 2018. Tienen continuas broncas internas. Muchos proceden de la antigua Convergencia de Jordi Pujol, que antaño estaba coaligada con Unió Democrática de Duran i Lleida. Ambos partidos se extinguieron por corrupción. Si Pedro Sánchez no los hubiera resucitado, ahora Junts estaría al borde de la extinción, y con Puigdemont asediado para la retirada política, ya que obtuvieron unos pésimos resultados el 23-J. No ganaron en ninguna provincia catalana y en Barcelona fueron quintos, tras PSC, Sumar, PP y ERC (por este orden).