REUNIRSE el presidente del Gobierno y el presidente de la Junta de Andalucía para nada es una solemne chorrada. El encuentro de Pedro Sánchez con Juanma Moreno sólo ha servido para escenificar las diferencias entre el PSOE y el PP por el cupo catalán y los privilegios a cambio de votos. Las posiciones de ambos partidos son conocidas. Ciertamente resulta intolerable que se quiebre la solidaridad entre las autonomías sólo por los intereses del PSOE y el PSC. Pero Andalucía tiene otros problemas que dependen del Gobierno central, además de la financiación. Y no se puede desaprovechar una oportunidad para tratar asuntos que sí son bilaterales y que afectan a los andaluces.
QUIZÁS hemos cambiado de régimen y no nos hemos enterado. Al parecer, hemos pasado de una democracia parlamentaria a una autocracia presidencialista. O será que Pedro Sánchez, en su madurez, cada vez se parece más a Maduro. El objetivo es el mismo: gobernar, sí o sí, con mayoría o sin mayoría. Y hacer lo necesario para seguir en el poder. Entre todo lo que dijo Pedro Sánchez a sus correligionarios del PSOE, hubo un anuncio alarmante: es el de resistir durante toda la legislatura “con o sin apoyo de un poder legislativo que tiene que ser más constructivo y menos restrictivo”.
ESPAÑA no es como Alemania, ni como Francia, Italia, Holanda, Bélgica o Grecia. Se parece más a Portugal, pero tampoco es lo mismo. Y dentro de España no se vota igual en Andalucía que en Cataluña, ni en Madrid que en el País Vasco. No obstante, tenemos una cuadrilla de extrapoladores que cada vez que se vota en algún lugar del mundo aplican los resultados a España. Ahora están pendientes de las presidenciales de EEUU, que tampoco son extrapolables. Pero el caso más reciente y pintoresco ha sido el de Alemania, con las elecciones de Turingia y Sajonia, dos lands donde sólo reside el 7% de los alemanes. Algunos afines al sanchismo se han rasgado las vestiduras, para alertar del éxito de la extrema derecha.
ADVIERTO al principio que la ordenación sacerdotal del padre Illa no la ha realizado ningún obispo, sino Iván Redondo, que es su director espiritual. Lo ha bautizado como Padre Illa porque es tan bueno que no se puede aguantar. Según el perfil que le están creando, es un político moderado, socialdemócrata, e inspirado en el humanismo cristiano; pues no se puede olvidar que Salvador, además de filósofo licenciado, es un católico practicante. Se suele decir que la religión católica va en retroceso en Cataluña. Pero, después de Pujol, aún quedan políticos catalanes, incluso de Junts y ERC, que son católicos. Y van a celebrar el milenario del monasterio de Montserrat por todo lo alto. Una de las primeras decisiones de Illa ha sido concentrar a su Govern en el monasterio de Poblet, donde llegaron en autocar y fueron recibidos por el abad.
UN síntoma lamentable de la poca importancia que tienen las obras públicas para el Gobierno de Pedro Sánchez es que nombró a Óscar Puente como ministro de Transportes. Se habla mucho de la sanidad, la educación y la vivienda públicas, pero no de las obras públicas, que son esenciales para el progreso de un país. Cuando el presidente se llevó a Puente a Madrid se vio que lo reservaba para trabajar como dóberman, ya fuera azuzándolo contra Alberto Núñez Feijóo en el debate de la investidura fallida, o provocando a Javier Milei, el argentino, que es otro político lenguaraz. Es decir, para cuestiones payasescas. Pero ser ministro de Transportes es otra faena más ardua.