HAN pasado tres semanas, y todavía no se ha aclarado el misterio del ascensor del Hospital de Valme que causó la muerte de Rocío Cortés Núñez. Resultan tan curiosas como inquietantes las reacciones políticas, profesionales y sindicales que han abundado desde el pasado 20 de agosto. Sin embargo, todavía nadie ha dado una explicación convincente. La presidenta de la Junta, Susana Díaz, tras un silencio de nueve días, habló para pedir que no se manipule lo ocurrido. La consejera, Marina Álvarez, dijo que informaría en el Parlamento. La culpa no es de la sanidad pública. La culpa es del ascensor. Pero nadie sabe por qué se puso en marcha tan fatídicamente aquel 20 de agosto. No fue sólo un trágico accidente; lo peor es que murió una joven, Rocío Cortés, al poco tiempo de dar a luz. Sin motivos, sin explicaciones. Es intolerable que eso pueda ocurrir.

OCURRE con las violaciones casi lo mismo que con los suicidios: se intenta hablar y escribir lo menos posible. Muchas agresiones sexuales se quedan en un anonimato vergonzante (y en ocasiones vergonzoso), con o sin denuncias. Pero no se puede  ignorar el riesgo, después de casos como el de la deportista que fue violada en el parque del Tamarguillo. Una mujer, al parecer vecina de Alcosa, que fue abordada y agredida cuando corría por una zona solitaria. El individuo, que tenía antecedentes por delitos sexuales, fue detenido y enviado a prisión. Pero eso no ha disipado el miedo.

DESDE el pasado mes de junio, estamos en la cuenta atrás para las elecciones municipales de 2019. Aunque el panorama político está confuso, con los ataques yihadistas y con el golpe de Estado en el Parlamento catalán, en el Ayuntamiento se nota su propio ajetreo. Se afronta la cuesta abajo con demasiadas incertidumbres (externas e internas). A pesar de todo, se intuye que estamos en las vísperas de otro escenario, en el que la gran coalición constitucional que podrían formar PP, PSOE y Ciudadanos no sería descartable, según sea el resultado.

DESDE que se perdieron los últimos barcos de la Carrera de Indias, el Puerto de Sevilla está a la busca de su identidad. Ayer recibieron una visita de tronío, de esas en la que los políticos se hacen fotos con cascos, en un plan de lo más institucional. Estaba la presidenta de la Junta, Susana Díaz; el delegado del Gobierno, Antonio Sanz; el alcalde Juan Espadas, y el presidente del Puerto, Manuel Gracia, acompañados de sus cuadrillas. Aparte de las fotos y los cascos de obreros por un día, fueron para darle cariño, que sólo es útil cuando se acompaña de algún regalito. Antonio Sanz dijo que el Gobierno reducirá la aportación de Sevilla a los fondos portuarios, lo que le supondrá un ahorro de 600.000 euros al año.

VIENEN buenos tiempos para los peatones y las peatonas. Las medidas de seguridad obligarán a severos cortes de tráfico en el centro de Sevilla. El alcalde Espadas reconoció que son imprescindibles las restricciones en el entorno de la Catedral y el barrio de Santa Cruz. El cierre de Alemanes y Mateos Gago estaba cantado. Por muchos macetones que veamos en los alrededores de la Catedral y la plaza de la Virgen de los Reyes, sólo serían sencillos adornos si no se acompañan de un corte de tráfico que clausure la calle Alemanes. Tampoco es disuasorio que circulen vehículos por la calle Mateos Gago con las aceras llenas de guiris tapeando.