POR primera vez en los últimos tiempos, las dos Sevillas han alcanzado un acuerdo en cuestiones de patrimonio, quizá porque hay mucho dinero en juego. El pacto de las Atarazanas, confirmado y alabado por la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, en el Parlamento de Andalucía, va a lograr lo que parecía imposible. Se ha buscado una fórmula asumible por innovadores y conservacionistas para que Vázquez Consuegra finalmente no proyecte lo que planteaba, pero con unos cambios que no tumben del todo su proyecto. Es cierto que el asunto había degenerado hacia unos términos duros y lamentables: o cargarse las Atarazanas por la vía de dejarlas irreconocibles, o cargarse las Atarazanas por la vía del abandono y aquí no se hace nada.

EL eje de Sevilla con Málaga, al que se incorporaron Granada y Córdoba, es un cuento chino bonito. En cuanto se plantea cualquier discrepancia aparece el catetismo andaluz. Consiste en acaparar todo el poder posible, siempre que beneficie a tu ciudad. Y en reclamar la descentralización del centralismo sevillano (o de donde sea), cuando beneficia a otra. Se ha visto con la propuesta para crear nuevas salas de lo penal del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía en Sevilla y Málaga. Fue aprobada por el órgano de gobierno del propio TSJA. En Granada, que es donde está la capital judicial andaluza, han puesto el grito en el cielo de la Alhambra.

EN el Partido Socialista Obrero Español ocurren fenómenos extraños. Uno de ellos es la caída en desgracia (o en gracia) de sus más ilustres militantes. A decir verdad, en el PP sevillano pasa algo parecido, pero esa es otra historia. En este artículo me refiero a José Rodríguez de la Borbolla y Camoyán, al que la Diputación de Sevilla ha nombrado Hijo Predilecto de la Provincia. Eso confirma que Borbolla ha sido recuperado para la causa, por motivos obvios. Siempre ha pensado lo mismo, sus ideas son las que son (tiene ideas, lo cual no pueden decir todos), pero ahora está en el lado bueno, o ya se verá el día 21. A diferencia de otros que van de balas perdidas.

EL AVE de Madrid a Sevilla, que ha cumplido 25 años recientemente, fue el primero de España. Todo el mundo en general lo alaba. Todo el mundo destaca que gracias a la ampliación de plazas, miles de madrileños vinieron a la Feria, mientras las familias sevillanas se quejan de que esto no hay quien lo aguante. Al criticar las infraestructuras andaluzas, no se puede olvidar que el AVE de Sevilla fue la envidia del mundo, y todavía se paga. El PNV le ha pedido a Rajoy, además del cupo a la carta, que les terminen un AVE vasco como el de allá abajo. Pero, claro, lo que no saben allá arriba es que allá abajo no todo ha sido maravilloso. También tenemos un AVE fracasado y olvidado.

UNA característica esencial del pensamiento sevillano es: cualquier tiempo pasado fue mejor. A veces es verdad y a veces no. Pero sirve para todo. En Sevilla el presente siempre es lo peor que hemos conocido. Y en el futuro ni siquiera se piensa. ¿A qué se debe? Quizás a que en el pasado fuimos jóvenes, o ni siquiera habíamos nacido, y estaba todo por vivir. Mientras que el presente, ¡ay!, ya no es lo que era, y nos queda menos. Y en el futuro puede que no quede nada, ojú. Así convertimos la nostalgia personal en universal, con el consiguiente pesimismo. Todo está muy mal, y se debe a la decadencia de los tiempos.