LOS procedimientos de Carles Puigdemont desde que se fue al presunto exilio de Bruselas son espantosos. Se ha convertido en un auténtico espantapájaros. Ha montado una ficción de presidente telemático que sólo se cree él mismo. Incluso ha creado una web del Gobierno de la República Catalana, una institución falsa e ilegal. La espantada de políticos independentistas catalanes, que anuncian su regreso a la actividad privada, se debe al convencimiento de que ya no hay nada serio que decidir, y que para las cuestiones pendientes con la Justicia es preferible hacer mutis por el foro. Pero esto no solucionará el problema que nos espera en los próximos meses.

POCO antes de las vacaciones de Navidad (en las vísperas del 21-D), la presidenta de la Junta, Susana Díaz, desmintió que piense adelantar las elecciones autonómicas en Andalucía. En los demás partidos casi nadie se lo ha creído, por lo que todos esperan que sean convocadas en los próximos meses, probablemente en el último trimestre de 2018. En teoría, correspondería ir a las urnas para las autonómicas en marzo de 2019, dos meses antes de las municipales. Pero puede ocurrir que el próximo año organicen tal festín de elecciones de todo tipo que se terminen distorsionando y solapando los mensajes, para general perjuicio.

PUEDE que no haya sido un annus horribilis, pero sí bastante nefasto para ciertas cuestiones. Se dirá que España va bien en la economía, con un crecimiento sostenido en el entorno del 3% anual (del que sólo se benefician algunos, por cierto); pero España va bien jodida en la política, con un problema territorial en Cataluña que ya es una auténtica pesadez, y que ha convertido a un payaso como Puigdemont en un personaje internacional. Por culpa de quienes no lo han evitado a tiempo. También fue el año en que el terrorismo yihadista volvió a asesinar en España, en un lugar tan emblemático como las Ramblas de Barcelona. Cuando se habla del descenso del turismo en Cataluña, se olvida aquel ataque terrorista, que también ha perjudicado. A un extranjero le importa un pimiento si las tiendas están rotuladas en castellano o en catalán, sino que huyen de los sitios de riesgo.

EN aquel tiempo, el mundo era diferente, pero se parecía al de otros siglos. El Imperio estableció sus leyes. Existían ricos y pobres. Unos daban culto a Dios y otros al dinero. No faltaban los que daban culto a Dios y al dinero (y a lo que hiciera falta), con tal de seguir en el poder. En Belén era difícil encontrar albergue. En algún portal, una pareja de recién llegados se podía encontrar el calor de una mula y un buey, mientras que en otros portales sólo se topaban con el frío de la noche. Belén, donde el ambiente parecía enrarecido, tenso, amenazante... Como siempre lo estuvo en Belén, que es un lugar de litigios perpetuos.

EN una jornada con una alta participación (más del 80%) quedó muy claro que hay dos Cataluñas sin puentes, por si alguien lo dudaba. Dos mundos paralelos. La Cataluña no independentista vio que por vez primera un partido constitucionalista, Ciudadanos, era el más votado. Pero fue una amarga victoria: Arrimadas no tiene mayoría suficiente para gobernar. La Cataluña independentista podrá volver a la Generalitat, con la alianza de Junts per Catalunya, ERC y la CUP. Sin embargo, no han superado el 50% de los votos. La independencia carece de legitimidad, además de ser ilegal.