EL cartel de la Semana Santa de Sevilla de 2023 ha merecido casi unánimes elogios. Ha sido catalogado como un grandísimo cartel. No sólo por su tamaño (mide 2,62 x 1,92 metros), que obligará al Consejo a buscarle una ubicación adecuada, sino sobre todo por su calidad artística. Daniel Franca ha conseguido la cuadratura del círculo de la pintura cofradiera en el siglo XXI: pintar un cartel rotundamente contemporáneo y rotundamente anclado en las esencias de la Semana Santa. Como recordaba el pasado lunes Carlos Colón, en su artículo de Diario de Sevilla, ha tenido la osadía de pintar un paso de palio. Y en el momento de la levantá. Nada de rarezas. Sin utilizar el cartel como si fuera el escaparate de una tienda de artículos cofrades, ni incluir elementos discordantes, y sin nada ajeno al sentir religioso de la fiesta. Un paso de palio, luz en la noche. Ni más, ni menos. Y no uno cualquiera, sino el de la Virgen de la Estrella, la de su hermandad.

SIEMPRE que consiguen un gran evento internacional para Sevilla dicen lo mismo: “Es un acontecimiento que ven por televisión tropecientos millones de espectadores y que servirá para poner a Sevilla en el mundo”. Entonces la gente de bien pregunta: “¿No estaba Sevilla en el mundo desde que Magallanes y Elcano dieron la vuelta?”. Pues depende. Con los Grammy Latinos van a poner a Sevilla en el mundo, además de que va a generar un impacto de 300 millones de euros (a ver cómo se reparten, será como el Gordo, que unos se forran y otros no) y tendrá una audiencia potencial de 25 millones de espectadores en televisión. Los fans de Rosalía ya se están frotando las manos con estos Grammy sevillanos.

DECIR Amarguras de los naranjos, en Sevilla, nos suena a marcha de agrupación musical. Pero no se precipiten. Hoy es Miércoles de Ceniza, todavía no huele a azahar. Estamos en los días de las naranjas amargas caídas y espachurradas. Eso es menos poético. Pasados los fríos timoratos de enero y febrero, en la sorpresa de los primeros calores al recorrer las plazas umbrías, con la vira de sol dorado de marzo, que ya glosó Joaquín Romero Murube, pronto nos encontraremos con el ansiado florecer del azahar. Nos anticipará la ilusión del Domingo de Ramos, la primavera prematura que empieza a despuntar en los atardeceres tibios, hasta que el sol se oculta por los cielos cárdenos y violetas del Aljarafe. Pues en ese escenario, en la ciudad de Sevilla, hay unos 47.000 naranjos. Hoy, como digo, las naranjas yacen por los suelos, en otra alegoría triste de la vida que se nos convierte en ceniza.

EL Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía dio luz verde al proyecto de ley para reconocer la Universidad Fernando III, que se ubicará en el campus del CEU en Bormujos, y también la UTAMED, que será la primera universidad andaluza online a distancia. Una vez que sea aprobada en el Parlamento (donde el PP dispone de mayoría), Sevilla contará con dos universidades privadas (la Loyola y la Fernando III), además de la US, la Pablo de Olavide y la UNIA. En este país, cuando se habla de lo privado, parece que nos referimos a algo nefasto, aunque lo privado es compatible con lo público en los países democráticos.

POR razones inexplicables, no existe la figura del alcalde emérito. Existen arzobispos eméritos, incluso por vez primera tuvimos un Papa emérito. Por analogía, en las hermandades se habla ahora de los hermanos mayores eméritos, que han ennoblecido la figura del jarrón chino. Pero los alcaldes que perdimos no reciben esa titulación. A pesar de que se habla de sus actuaciones, de vez en cuando. A propósito de la Ley de Capitalidad, que recuperó Antonio Muñoz, no sólo se ha recordado a Zoido, sino también a Monteseirín, que mantiene un récord: duró 12 años en el cargo.