ESA ciudad llamada Cádiz tiene en sus entrañas el espíritu de la contradicción. Donde hay un gaditano (o una gaditana), en realidad hay dos. Igual que existe el lado claro y el lado oscuro. El mismo Kichi, cuyo segundo apellido es Santos, le puede decir sí o no a un santo, depende. Y lo mismo ha pasado con la hostelería. Es una industria potente. Recuerden que antes sólo se hablaba de los astilleros, que hoy toca manifestación, que la Bahía se muere, ¡ay! Pero ahora se diría que en Cádiz sólo viven camareros. Antonio de María se mete en todos los fregados, a veces sin comerlo ni beberlo, a veces sin manchar un plato. De modo que aquí no se mueve nada sin preguntar si es bueno, o es malo para la hostelería. Martín Vila es el único que no se entera, y le ha dado por suprimir veladores, y Fran González lo llama Pancho.

HAY que ver la que están formando con el orden de los apellidos. Dicen que es una conquista de la igualdad, lo mismo te da. A partir del 30 de junio, se suprimirá la prevalencia del apellido paterno sobre el materno, de modo que el orden será por consenso mutuo. Le pueden poner antes a la criatura el apellido del padre o el de la madre. Y si no hay acuerdo, ¿quién lo decide? Al parecer, el funcionario o la funcionaria de turno, atendiendo al “interés general” del bebé. También lo podría sortear a cara o cruz, o decir que a él o a ella que lo registren. Y, además, que esto no es nuevo del todo. Desde el año 2000, previa petición, se puede alterar el orden. Y nadie se había quejado, ni han creado plataformas.

UNA de las grandes asignaturas pendientes gaditanas es el Cádiz con Encanto. Por supuesto, referido a los hoteles. Así como en otras ciudades ha proliferado la apertura de hoteles con encanto, que han revitalizado y multiplicado el turismo, en Cádiz han tropezado con demasiadas dificultades. Ciertamente hay excepciones, empezando por el proyecto local que emprendió Josefa Díaz en el hotel temático de Las Cortes de Cádiz, que se ha mantenido después del Bicentenario. Y que a ella la ha llevado incluso a ser la presidenta del SKAL Club, una importante asociación filantrópìca. Pero, en Cádiz, había (y hay) varios edificios catalogados que sirven para hoteles, y que se están perdiendo, como tantas cosas.

YA va la Hermandad de Cádiz, como las demás de la provincia, en peregrinación al Rocío. Seguro que allí les van a preguntar un montón de veces: ¿qué os ha pasado con la Magna Mariana? En estos asuntos (como en otros), no entienden a Cádiz más allá de Cortadura. Ciudad difícil. Ya pasó con el caso del Perdón. Después se ha montado esta polémica de andar por casa, a cuenta de la ordenanza que impide a los mulos y mulas participar en la procesión Magna Mariana con la carreta del Simpecado. Tanto el Gobierno local, con el alcalde González a la cabeza, como la oposición, como el Consejo, como la hermandad, como todo el mundo en general, y como yo mismo, estamos dando unos argumentos peregrinos. Así que voy a intentar aclarar algunas cuestiones básicas:

HAY que felicitar al alcalde de Cádiz, José María González Santos, el de Podemos, por votar a favor de que le concedieran la Medalla de Oro de la ciudad a la Virgen del Rosario. Igual que el PSOE, Ciudadanos y el PP. Todos los partidos, de todas las ideologías, menos los de Ganar Cádiz, que no entienden la Constitución y son irrecuperables para la causa, aunque cuentan con dos monjas, según he leído en un comunicado. Pero al alcalde González la verdad es que nadie se lo ha agradecido, sólo Pascual Saturio en Santo Domingo. Así que para que vea que le reconozco el mérito a Kichi. Pues si hubiera votado en contra, le hubieran llovido los palos. Y como ha votado a favor, también.