ES raro que una novela alcance el éxito de Patria, de Fernando Aramburu. Es el libro más vendido en 2017 (y desde que se publicó en 2016). A las masivas ventas (casi 300.000 ejemplares), propias de otros tiempos, se ha sumado el Premio de la Crítica a la mejor obra de narrativa, y el premio Francisco Umbral al mejor libro de 2016. Es un éxito de crítica y público. Ahora, cuando se celebra la Feria del Libro de Cádiz, es buen momento para recomendarlo. No es un best seller en plan thriller. Y, aunque se basa en un lenguaje coloquial, todo está medido para definir y completar una obra de referencia, que culmina lo esbozado en los relatos de Los peces de la amargura y en su novela (corta) Años lentos. Se publicó en el momento justo: cuando se consumaba el fracaso de ETA.
UN amigo capillita me abordó a la salida de una misa de acción de gracias y me dijo: “¿Sabe usted lo que le digo yo?”. No lo sabía. Su propuesta me desconcertó: “Pues que yo estoy muy de acuerdo con Kichi y con María Romay, que quieren poner una fecha fija en el Carnaval de Cádiz, por la cara, para aprovechar la fiesta del 28 de febrero. Es verdad que eso va a dejar a Cádiz como el sitio más raro del mundo. Es verdad que eso es volver a las Fiestas Típicas Gaditanas. Es verdad que algunos capillitas están indignados, porque van a rebañar media Cuaresma. Pero también es verdad que esto es muy ventajoso para nuestra Semana Santa, si el obispo Zornoza nos lo permite”.
YA lo escribí ayer: en solemnidades como esta de la Motorada hay muchos malanges y esaboríos que se piran de Cádiz. Y algunos, como este buen jeque de los Emiratos Árabes, que es hermanastro del emir (o sea, que tiene muy pocas posibilidades de ser emir), incluso se ha ido con su megayate. Una pena, porque el Yas ya no se verá. Y era más guay que los catamaranes de la Bahía. No se había inscrito, que yo sepa, en la Gran Regata que está organizando el Ateneo, donde hay mucha afición a los yates por la parte de Moncho Pérez Díaz-Alersi, Hans el alemán y algunos más. En general, aquí la gente lisa y llana nunca ha visto con buenos ojos los yates ni el Náutico. Puede que por envidia.
NADIE lo cuantifica. Es una incógnita, casi un tabú. Ni la patronal de hostelería Horeca (que ha convertido a Antonio de María en el estadístico del turismo provincial), ni el Ayuntamiento de Cádiz y otros municipios de la Bahía, ni la Diputación, ni nadie ofrece esos datos. Sin embargo, cuando llegan las fiestas locales, cuando los hoteles se llenan, cuando los bares están a reventar, también hay cientos de personas que se van de la ciudad. Se podría decir que huyen. Y escapan del Carnaval, de la Semana Santa, de las Motos, de todo lo que sea de interés turístico.
HEMOS llegado a otro de los grandes acontecimientos del turismo provincial: el finde de las motos de Jerez. Junto al Carnaval, la Semana Santa y el verano, es la alegría de los hoteles de nuestra provincia. Siempre se llenan y siempre se baten récords, según los datos de Horeca. Un acontecimiento que se debe considerar portentoso: si han alcanzado el máximo de ocupación, ya no se podría seguir llenando más que el año anterior, excepto que la oferta aumente. No pregunten cómo, pero lo consiguen. El impacto económico también es mayor cada año. Ya se habla de casi 300.000 visitantes, que dejarán unos 28 millones de euros, o así.