NO suelo comentar premios, honores y distinciones entre compañeros, pero hoy se debe hacer una justa excepción. La Asociación de la Prensa de Cádiz le ha concedido el premio Paco Navarro a Mirian Peralta y Enrique Miranda por su trabajo en las retransmisiones del Carnaval en Onda Cádiz TV. Conocí a Paco Navarro desde antes de trabajar con él, en 1978, en la Redacción de ABC de Sevilla. De hecho, entré como becario porque me recomendó su padre, Francisco Navarro Cardoso, que también trabajaba allí. Paco Navarro era un apasionado del Carnaval, prematuramente fallecido, que fue un pionero en difundirlo por Sevilla y Andalucía. Por eso, Mirian y Enrique son unos dignos herederos y merecedores de ese premio. Porque ellos han contribuido a difundir el Carnaval de Cádiz.

QUEDA para la historia del Carnaval el éxito en el Liceo de Barcelona. Queda para el recuerdo que las comparsas de Antonio Martín y Antonio Martínez Ares, así como las chirigotas de Vera Luque y El Selu, fueron las primeras en cantar en ese teatro. Allá donde triunfaron Luciano Pavarotti y Plácido Domingo. Allá donde han cantado en casa Montserrat Caballé y Josep Carreras. Allá donde ayer estrenaron una nueva producción de Rigoletto, de Verdi. Aunque no es lo mismo, naturalmente. Ni el público era el mismo tampoco. Pues allí no estaba la alta burguesía catalana, sino muchos emigrantes andaluces, que llenaron el teatro. También es verdad que en esa ciudad han pasado de Pasqual Maragall a Ada Colau.

ESTAMOS de enhorabuena. Llega la primavera y se renueva la poesía en Cádiz, la ciudad del arte y los artistas. Ya ha anunciado la concejala de Cultura, Eva Tubío, que habrá otra nueva tanda de versos para la campaña Sin poesía no hay ciudad, de la que tanto se mofaban las lumbreras locales en tiempos anteriores, cuando la organizaron los otros. Además, la Delegación Municipal de Cultura utilizará como soportes las pantallas LED, que se convirtieron en un símbolo del pasado, y se criticaron como si fueran venenosas, pero que estos siguen utilizando. El cambio que pregonaba Kichi es como un recambio. Con las mismas piezas.

HAN pasado cinco años desde el 19 de marzo de 2012, aquel día simbólico para las celebraciones del Bicentenario de la Constitución de Cádiz. Como suele ocurrir siempre, con estos actos de efemérides intensas, la impresión a corto plazo es que no sirvió para nada. Lo mismo dijeron en Barcelona con los Juegos Olímpicos, o en Sevilla con la Expo 92. Por supuesto, las celebraciones de La Pepa no tuvieron nada que ver con unas olimpiadas o una exposición universal. Sin embargo, es cierto que fue un revulsivo para la ciudad. Un año como aquel no se ha vuelto a repetir. Ni es probable que veamos nada parecido en mucho tiempo.

ESTA sí que es una especie en extinción. El albañil gaditano se está perdiendo. A diferencia del estibador (que está a pique del repique de un multazo de Bruselas), el albañil no tiene quien le escriba. Todavía se ha quedado más fastidiado después de la crisis de la construcción. Como las obras públicas apenas se ven, y aquí se jubila o se prejubila todo el que puede (incluso a los 50 años, que manda huevos), la tradicional estampa del albañil gaditano se está perdiendo. De paso, también se pierde la tradicional estampa de quienes los miraban al trabajar y comentaban: “¿Pues sabe usted lo que le digo yo? Que ese ladrillo lo ha puesto mal”.