QUEDE muy claro que le deseo una rápida recuperación a Álvaro Cervera y que pueda ejercer sus labores como entrenador del Cádiz, cuanto antes mejor. Su caso es peculiar: un ejemplo de que el fútbol es diferente para la gestión de la pandemia. Forma parte de las contradicciones del sistema. Las diferentes formas de proceder crean desconcierto e inquietud en la población, pues no se trata a todos por igual. Las normas para los entrenadores y los futbolistas no son como las de los profesores, los niños que van a volver al colegio o sus padres. La vuelta al cole coincide, por cierto, con el comienzo de la Liga. Con partidos a puerta cerrada.

PRONTO se verá si son más contagiosos los colegios o las vacaciones. Hay serias dudas al respecto. Por eso, están deseando que empiecen las clases. Las vacaciones han servido para dar alas a la segunda ola de contagios. A principios de julio, España estaba mucho mejor que ahora. Es cierto que los ingleses nos hicieron un favor, como dijo el doctor Don Simón, frenando el turismo hacia las costas españolas. Y después los alemanes, que empezaron con entusiasmo, hicieron lo mismo, al ver que decenas de turistas regresaban contagiados tras sus viajes a las islas y costas españolas. Así que el turismo nacional ha salvado las vacaciones para los hoteles y restaurantes, aunque ha estropeado las estadísticas sanitarias.

EL tranvía ha regresado a Cádiz, pero llegó sólo hasta Cortadura en su primer viaje, de noche, como ocultándose. Este tranvía fantasma ya estaba en pruebas desde el Polígono de Pelagatos hasta la estación de Río Arillo, pero de ahí no pasaba. Es decir, no entraba en el territorio propiamente gaditano, que allí comienza. La gente pregunta: ¿para qué han puesto una estación en el Río Arillo, si allí no vive nadie? La han construido en pleno parque natural de la Bahía, entre salinas y ruinas, pero tiene alguna utilidad, ya que sirve para el enlace con la red de Cercanías. En vez de duplicar la vía del tranvía hasta Cádiz han montado una estación fantasma, a dónde sólo se irá de paso, para enlazar.

SEGUIMOS con las ocurrencias de la nueva anormalidad y la cogobernanza. Para frenar la segunda oleada y no inaugurar un hospital de campaña en el solar de Puntales también se les ha ocurrido cerrar las playas de noche. Es como poner puertas al campo, pero más difícil todavía. Y no es igual la Caleta que Cortadura. La Policía Local de Cádiz ya ha avisado que es imposible. La Policía Local de Cádiz, en realidad, no puede cerrar las playas de noche ni de día, porque está desaparecida. Se enfadaron con Kichi y se han pasado un verano de lo más relajado. En las playas de Cádiz, durante el mes de agosto, la gente se hacía la cogobernanza de la sombrilla en autoservicio, mientras los vigilantes de Marín paseaban con mascarilla por la orilla y los policías locales de Kichi estaban en otro lugar, quién sabe dónde.

NO han escarmentado. En tiempos de la nueva anormalidad y la cogobernanza siguen promulgando medidas a tontas y a locas. Medidas que carecen de fiabilidad y rigor científico. Medidas caprichosas, que se contradicen entre sí. Medidas que no atacan al coronavirus en lo esencial, que es erradicarlo, para lo que es imprescindible controlar a todos los positivos y asegurarse de que cumplen las cuarentenas. Por el contrario, siguen aprobando medidas cuyo objetivo parece que es fastidiar a la gente. El sadomasoquismo como norma de actuación. Pero con pocos resultados prácticos, como se ve en las estadísticas de España. La Junta de Andalucía se ha contagiado también, como se aprecia en las normas para bodas “y otros eventos”.