AL final de esta pandemia pasará lo mismo que un siglo antes: así como hubo una gripe española ya tenemos un coronavirus español. Está demostrado que la gripe de 1918 no se originó en España (unos dicen que en China, pero parece más probable en EEUU), sino que el mundo ya nos odiaba, para variar. La Primera Guerra Mundial favoreció la movilidad con las tropas, y aunque España era neutral aquí murieron unas 200.000 personas. Al conmemorar el centenario todo se parece demasiado a lo que ocurrió entonces. Donald Trump y Santi Abascal hablan del “virus chino”. Algunos científicos conspiranoicos (o paranoicos) apuntan que fue creado en un laboratorio de Wuhan, y que no es cosa de murciélagos ni pangolines. Los científicos más creíbles insisten en que nadie lo inventó, y que no ha sido el primero ni será el último que forma un lío.

 

DESPUÉS de la moción de censura que le montó Santiago Abascal, como si fuera su gurú, se fue Pedro Sánchez a visitar al Papa (a ver si le sirve para algo) y ya se prepara otra vez para el estado de alarma, lo que más le gusta. Pedro va entre el cielo y el suelo, como cantaba Mecano. Ya se les ha descontrolado completamente del todo la gestión sanitaria de la segunda ola. Han vuelto a cometer errores de bulto. Sin embargo, aquí vivimos en los mundos de Yupi, con don Simón al aparato, lo que está en la esencia del desastre. Sólo importa la política de vía estrecha. Vox ha cometido un gran error, ya que las mociones de censura no se organizan para perderla por goleada y dar oxígeno a un Gobierno en apuros.

IMAGINEMOS lo contrario: que un Gobierno del PP y Ciudadanos, con ministros de Vox, decidiera unilateralmente rebajar las mayorías para elegir el Poder Judicial, y así plegarlo a sus intereses. ¿Qué dirían los del PSOE y Unidas Podemos? Sin duda, que la derecha estaba dando un golpe de Estado, para romper los equilibrios de poderes, y mandar a tomar por saco el espíritu del barón de Montesquieu. ¿Acaso no era eso lo que sucedía en el régimen de Franco? ¿Acaso no era eso lo que ocurría en el comunismo prosoviético o en su disfraz bolivariano? Todas las dictaduras se afanan en controlar el aparato del Estado y ponerlo a su servicio.

TODAVÍA hay personas ingenuas, espíritus sublimes, almas puras, que preguntan: ¿por qué España es el país europeo que peor está gestionando la pandemia del Covid-19? Pues por la politización cutre. En este país todo se mide en clave de politiqueo, hasta las próximas elecciones, sin horizontes estratégicos. Mientras Pedro Sánchez pide unidad, él va a su alarma. También hay que tener claras las prioridades de salud, y ser consecuentes, algo que le falla a Isabel Díaz Ayuso. La batallita de Madrid es alarmante, porque nadie sabe lo que hace. No es sólo un problema de la capital de España. Hasta el presidente de la Junta, Juanma Moreno, hombre de por sí malagueño, pidió a los madrileños que no vinieran a Andalucía.

VOLVER a las dos Españas ha creado un fiero ambiente guerracivilista en la campaña del coronavirus. En la primera ola ya se le criticó a Pedro Sánchez su lenguaje bélico, en plan de “esta guerra la vamos a ganar unidos”. Después, en la desescalada, llegó a decir “hemos vencido al virus”. Algunas de sus intervenciones se repasan ahora y son tragicómicas. Para la segunda ola, después del desprestigio que le quedó con la primera, Pedro se ha tomado como objetivo la derrota de Madrid. En la guerra civil pasó lo mismo. Hasta que Franco conquistó Madrid, en 1939, no se acabó. Esperemos que la guerra del coronavirus no dure tres años.