EL día después de anunciar que no habrá procesiones de Semana Santa, el Ayuntamiento ha comunicado que se suspende el montaje de la Feria. Pero ofrece la alternativa esperada: propone que se celebre en la segunda quincena de septiembre. Todo el mundo en general estará de acuerdo con esta decisión, excepto los muy puristas que consideran que si no es en abril tampoco es Feria. En 2020 sería la Feria de San Miguel, que tiene sus corridas de toros en el calendario de la temporada. Así se brindaría una oportunidad a la Maestranza para aplazar también la Feria taurina. Las tardes de farolillos pasarían a septiembre.

EL estado de alarma surge por no haber explicado bien la gravedad de la epidemia de coronavirus, y por actuar tarde y mal. Uno de los grandes enigmas de este asunto es dónde están las mascarillas que se han agotado en las farmacias españolas desde hace varios días. En Sevilla no quedan. También se agotaron por Internet, donde Amazon se convirtió en el gran vendedor, mientras había existencias. Nuestras calles deberían estar llenas de mascarillas. Pero aquí, en un cierto momento, se dijo que no sirven para nada. Como si todos los chinos y coreanos que las llevan fueran tontos. Depende del uso y depende de la mascarilla.

HOY es viernes 13, un día que en otros países europeos se asocia con la mala suerte, las tragedias y los gafes en general. Con más propiedad que el martes 13. ¿Por qué? Pues porque el viernes fue el día en que murió Nuestro Señor Jesucristo en la cruz y el 13 es el número de los asistentes a la Última Cena, contando a Judas Iscariote, que era el traidor del beso que sale de la iglesia de Santiago. Esto lo recuerdo porque el viernes 13 es mejor no salir de casa. Han sucedió muchas desgracias, que se pueden consultar en la Wikipedia. Y ahora, con el coronavirus, estamos en el momento Murphy: si algo puede salir mal, sale peor. El coronavirus ya ha entrado bajo palio en la Moncloa, haciendo estación en la mesa del Consejo de Ministros. Ellos mismos han incumplido sus medidas.

SIEMPRE que ocurre algo que se aparta de lo normal surgen los bulos. Ahora los denominan fake news (o sea, noticias falsas en nuestro idioma), por influencia de las películas, o para acreditar la educación bilingüe. Pero los bulos son muy antiguos. En Sevilla funcionan desde tiempo inmemorial, desde antes de llegar las tropas del Santo Rey, desde antes de Trajano y la Alameda. Por eso, en una situación donde hay tanto en juego (la salud y el dinero, puede que incluso el amor) hay que actuar contra los infundios en las redes sociales. Me consta que en Sevilla el delegado de Seguridad, Juan Carlos Cabrera, y supongo que las demás autoridades responsables, no van a dejar pasar ni una. Hace falta una ejemplaridad disuasoria. Denunciar, detener y sancionar. Ya han abierto diligencias a un muchacho de 21 años que se pasó de listo.

EN estos momentos, la principal inquietud del coronavirus en Sevilla es qué va a suceder con los eventos de primavera. Tenemos en el calendario cercano la Semana Santa y la Feria, además de la final de la Copa del Rey, prevista para el 18 de abril en el estadio de la Cartuja, que debería convertir a Sevilla en la ciudad ideal para el turismo vasco de ese finde, ya que la disputarán Athletic de Bilbao y Real Sociedad. Una final que quizá sea aplazada a mayo. Se debe tener en cuenta que con esos tres eventos está en juego, aproximadamente, el 40% de los ingresos de los hoteles sevillanos en el año 2020. Por no hablar de la hostelería y el comercio en general. Por consiguiente, para cargarse las fiestas de primavera, debería estar muy justificado. No se puede incluir en el paquete de medidas por exceso preventivo, ni por llamar la atención.