LA provincia de Cádiz es como un mundo en miniatura. Se dan los más radicales contrastes, las dualidades más sorprendentes, el ying y el yang de los taoístas aplicados a escala local. Fernando Villalón popularizó que el mundo se divide en dos partes: Sevilla y Cádiz. Se le notó mucho que vivió en Morón y estudió en El Puerto. A escala provincial, se puede afirmar que el mundo también se divide en dos partes: Jerez y Cádiz. Tienen su contraste en el caballo y la caballa, el campo y el mar, lo rural y lo urbano, lo aristocrático y lo popular. Aunque es cierto que los tiempos han evolucionado, y que hoy Cádiz ya no es lo que era, ni Jerez tampoco.

EL turismo de verano en Cádiz es fundamental para la economía de la provincia. Lo recuerdo porque ha costado mucho esfuerzo convertir a las playas de Cádiz en un destino de lujo, con hoteles de cinco y cuatro estrellas, a los que acuden Paula Echevarría y otros famosos. Es un esfuerzo compartido, en el que hemos pasado de una Costa de la Luz de andar por casa, con veraneantes que alquilaban pisos por quincenas, a ser uno de los principales destinos de playa. Sin embargo, sobre eso pulula una amenaza: se está dando la imagen de que las costas de Cádiz son un territorio dominado por las mafias y el crimen organizado. Por eso, erradicar la delincuencia debe ser una prioridad. Y no caer en el sensacionalismo también.

EL campeonato nacional del Populismo ha comenzado. A ver qué padre y qué madre de Podemos son los más buenos. Nuestro alcalde, José María González, ha arrancado con fuerza. Y si bien su compañera Teresa Rodríguez guarda un prudente silencio, ha quedado claro que un anticapitalista como Marx manda no debe copiar las costumbres propias de la casta a la que decían combatir; si bien es cierto que ya no lo dicen, o será que yo no lo oigo. Más allá de las polémicas por el chalé de la señorita Irene y el señorito Pablo (a los que no menciona), el alcalde de Cádiz ha expresado su orgullo por vivir en el barrio de La Viña como un currante. Esperemos que eso no sirva para elevar el precio de la vivienda viñera. Según Tinsa, Cádiz es la quinta ciudad más cara de España.

LA ampliación del Museo de Cádiz es otro de los grandes comecocos de la ciudad. Sobre eso se viene hablando desde principios de siglo. Ahora, cuando llega un nuevo director, Juan Ignacio Vallejo, le vuelven a preguntar, como si tuviera una varita mágica. Me parece más importante resaltar la labor que ha realizado el anterior director, Juan Alonso de la Sierra, jubilado a final de abril, que durante los 11 años que ha permanecido en el cargo luchó contra los elementos, en plan quijotesco, y ha sufrido la dura realidad de la crisis. A la hora de recortar, ¿qué pasa? La cultura y los museos tienen todas las papeletas, pues no se consideran parte del bienestar social. Es la mentalidad cateta de los burócratas. Por ahí se recorta a gusto. El Museo iba a estar ampliado para 2012, cuando el Bicentenario, según dijeron.

A las nuevas generaciones de drogatas habría que explicarles algunas lecciones de memoria histórica. Sería oportuno que conocieran lo que ocurrió en Cádiz y buena parte de la provincia durante la década de los 80, cuando el caballo de la muerte galopaba desbocado y el negociete del hachís causó estragos. Cientos de jóvenes murieron prematuramente, otros se contagiaron con el Sida, y la desesperación se cebó en muchas familias humildes. Porque la droga no es un negocio para los pobres, es el peor cáncer para los pobres, que ponen los muertos, mientras los traficantes se enriquecen. Por eso, las protestas del barrio de Santa María o el Cerro del Moro no son un capricho de algunos vecinos. Saben de lo que hablan. Quizás algunos lo sufrieron en sus familias.