CINCO días después de recibir el VIII Premio Federico Joly en Cádiz, Sara Baras triunfó por todo lo alto en Barcelona. Participó en un espectáculo al aire libre, en el Paseo de Gracia barcelonés, junto al tenor Josep Carreras que sirvió como cierre de la Copa América y para conmemorar el bicentenario de este espacio urbano, que es el más distinguido de la capital catalana y el lugar de reunión para las compras de lujo. Para entendernos, allí están todas las tiendas que se fueron de la calle Columela, pero también todas las que están en los córners de El Corte Inglés de la Bahía y algunas más de origen parisino. Tiendas para ricos, que dirían algunos.
LA Navidad en Cádiz ha sido de una tristeza consuetudinaria en los últimos años. Una tristeza apabullante, penosa, rayana en la ruina, más que en la sencillez, hasta el límite de lo que abruma, si nos ponemos a comparar con el entorno. Conste que esto procede del siglo pasado, no ha sido sólo con Kichi. La izquierda gaditana adelantada le tiene una prevención exagerada en Cádiz a la Navidad. No lo entiendo. En Venezuela, país que tanto les suliveya, ya es Navidad, porque así lo decidió Maduro. En las dictaduras, el dictador decide todo, así sea el resultado de las elecciones como el día que empieza la Navidad. En este país llamado España los que más se interesan por las luces navideñas son los de Vigo, donde gobierna desde tiempo inmemorial el socialista Abel Caballero.
PARECE increíble que el Ayuntamiento de Cádiz vaya a destinar 12 millones de euros a una obra pública en la ciudad. Parece increíble que vayan a construir una avenida junto a los terrenos no ociosos de los Astilleros, para una entrada de la ciudad que conecte desde la barriada de la Paz y el nuevo puente hasta el centro histórico y la zona del nudo intermodal de transporte. Allí se ubican el Puerto, la estación de trenes y la de autobuses. Obra pública que en cualquier ciudad se hubiera terminado antes del siglo XXI, y que aquí parece milagrosa.
CUANDO se valora a José María Pemán no se puede olvidar que fue un personaje plural en sí mismo. Y que su criterio político evolucionó desde el apoyo a Franco en la guerra civil hasta las críticas al régimen. Defendió un liberalismo monárquico desde la posguerra. Pero no le perdonan su pasado, a diferencia de otros escritores, como Dionisio Ridruejo, que empezó de falangista con José Antonio y terminó socialdemócrata con Tierno Galván. Pemán no fue de izquierda nunca, pero sí demócrata, aunque no republicano, pues era monárquico y católico, en eso nunca cambió. Y eso también fastidia a los sectarios. Su defensa del catalán asimismo se olvida.
TODAVÍA estamos en la octava de San Francisco de Asís, así que le voy a dedicar este artículo en su versión gaditana. Con esa gracia de Cai, tan peculiar, cualquier día, al salir de viaje, nos podrían decir: “¡Anda, que viajas más que el cuadro de San Francisco del Hospital de Mujeres!”. Ese cuadro, que pintó El Greco, y que se titula La visión de San Francisco, va de un lado a otro, y donde menos tiempo pasa es donde debería estar: en la iglesia del Hospital de Mujeres. Un templo, por cierto, donde algunos gaditanos y gaditanas jamás lo han visto. Sí, sí, jamás. Y no sólo por los viajes del cuadro, sino porque a esa iglesia no va casi nadie. Aunque el Hospital de Mujeres, en general, y el San Francisco de El Greco, en particular, deberían estar en el top 10 para quienes quieran conocer los tesoros de la ciudad.