HEMOS entrado en el Año Nuevo, pero en Cádiz siguen como en el año viejo. En Cádiz tenemos unas autoridades que se pasan la vida cambiando los nombres, según el color del cristal con que se miran. Parece que los de izquierda se miran mejor. Pero no cambian las cosas de la gente, no cambian las condiciones de vida de los gaditanos y las gaditanas, no cambian la pobreza por la riqueza, ni buscan inversiones favorables para el empleo. Aquí sólo se cambia lo sencillo. Y lo mismo se quita el nombre de una calle, que el de un estadio, que el de un puente. Por quitar que no quede. Uno me dijo: “mientras no me quiten la cartera, a mi plim, que se distraigan quitando nombres”.
LAS tradiciones se están perdiendo y es una pena. Mañana es el día de los Santos Inocentes, aunque ahora esta fiesta se podría celebrar todos los días del año. En otros tiempos, al llegar el 28 de diciembre, los periódicos, las radios y las televisiones (entonces no existía nada digital, excepto el régimen, que era una dedocracia) publicaban fake news para darle coba a la gente. En lo digital hemos avanzado bastante, y ya ni siquiera el PSOE de Andalucía tiene unas primarias. Políticos hay, como Ruiz Boix, que se le ponen farrucos a Juan Espadas, para que el jefe supremo se lo cargue y nombre a otro u otra. A dedo, por supuesto.
Volviendo a las noticias que parecen inocentadas, vamos a recordar algunas recientes:
LA ciudad de Cádiz es la que tiene la mejor memoria democrática de España, gracias a un sector de la izquierda local que apuesta por el revanchismo para distraerse. A finales del año 2024, en ningún lugar se están dedicando a cambiar los nombres de las calles y los edificios. O bien se hizo después del cambio de régimen, del que pronto se va a cumplir medio siglo. O bien son nombres que se han adaptado al medio, y que se han desposeído de las connotaciones de una guerra civil que empezó hace casi 90 años. Y sobre todo no es normal que se manipule la memoria democrática legítima y se confunda con el odio y el revanchismo.
TODOS los años, por estas fechas, tenemos la misma polémica por la pérdida de habitantes en Cádiz. A finaol de 2024, el gaditano y la gaditana no están todavía en peligro de extinción, pero se han encendido las luces de alarma. Porque si Cádiz baja de los 100.000 habitantes eso le costaría a las arcas municipales 40 millones de euros menos en las ayudas del Estado. Y, si dejan de ingresar esos 40 millones, sólo quedan dos opciones: o los pagan los gaditanos y las gaditanas, fritos con impuestos; o se reducirían las prestaciones municipales, con el consiguiente deterioro de los servicios.
EN Cádiz, se suele hablar de la decadencia sufrida por la ciudad. En realidad, se habla de la decadencia desde el siglo XIX, cuando se comparaba el Cádiz de entonces con el del siglo XVIII, que fue el tiempo del esplendor con el traslado de la Casa de Contratación en 1717. Sin irnos tan lejos, es evidente que la decadencia se ha debido a causas económicas. Pero ha redundado en una inexplicable falta de interés por el patrimonio gaditano, que es herencia de los tiempos del esplendor. Pocas ciudades españolas tienen los tesoros artísticos que aún quedan en Cádiz. El patrimonio gaditano es más valorado fuera que dentro de la ciudad.