DECÍAMOS ayer que el cambio de criterio de la Junta demostraría que su decisión de salvar el edificio de la Aduana en 2008 tuvo otro objetivo: fastidiar a Teófila Martínez. Más en concreto, evitar que el Plan de la Plaza de Sevilla se ejecutara según lo previsto. Sin embargo, debo añadir hoy que esto es sólo una parte del problema. El Plan está maldito. Ni antes lo llevaron adelante, en los tiempos del PP; ni ahora existen opciones reales de que Ganemos y Podemos empiecen las obras antes de las elecciones municipales de 2019. Por ello, puede ocurrir que la Aduana sirva de excusa al Ayuntamiento y sólo se ejecute la parte que le interesa a Adif: el mercado gastronómico de la antigua estación y el nuevo hotel de Barceló.

SE suele repetir, como un proverbio sentencioso, que “el tiempo pone a cada uno en su lugar”. Pues eso es lo que está sucediendo, con el supuesto movimiento vecinal para derribar la Aduana, auspiciado por algunos de los que presionaron para su conservación. Hay políticos gaditanos de luces cortas, que piensan que la gente es tonta. De modo que un mismo edificio, en 2007, era un interesante exponente de la arquitectura de la posguerra (fue inaugurado en 1959), que se debía conservar como un ejemplo de aquel periodo, sin ceder a la especulación capitalista que intentaba el Ayuntamiento, donde gobernaba el PP con Teófila Martínez. Así consiguieron que la Junta de Andalucía incluyera el edificio en el Patrimonio Andaluz y lo salvara. La Academia Provincial de Bellas Artes, en su informe La Aduana, monumento emblemático de Cádiz, lo consideró “de lo mejor construido en todo el siglo XX”.

COMPRAR alfajores de Medina Sidonia en Internet es posible; pero es también una ordinariez del siglo XXI, y no aporta nada a la I+D+i de los clústers. Cualquier año de estos, pudiera ser que a los alfajores, a los amarguillos y a las tortas pardas los incluyan en la modernización industrial, a través de alguna ITI, y que los despachen con robots, pero se debería huir de eso. De toda la vida, los alfajores se compran en el transcurso de una excursión a Medina Sidonia, mayormente en Sobrina de las Trejas, en la plaza de España, así como en otras pastelerías, como la de Nuestra Señora de la Paz, que tiene el nombre de la Patrona. Igual que el queso payoyo de toda la vida se compraba en una excursión a Villaluenga del Rosario. Igual que los quesos de Grazalema se compraban en Grazalema y los de El Bosque en El Bosque, y así.

A la pizza napolitana la han nombrado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, lo mismo que piden para el Carnaval de Cádiz. Soy un ferviente partidario de nuestro Carnaval. Creo que hay que difundirlo todavía más. Pero creo que es un error concentrar los esfuerzos para que sea admitido por la Unesco, mientras se olvidan o relativizan otras opciones mucho más importantes del patrimonio histórico y artístico de esta trimilenaria capital. Eso es lo más lamentable, lo que confirma las graves carencias culturales de nuestros políticos: que una ciudad fundada por los fenicios, de gran relevancia en el periodo romano, fundamental para la civilización y el comercio de América, cuna de las Cortes y la primera Constitución española, no tenga reconocido ni un solo monumento o vestigio por la Unesco.

NUNCA llueve a gusto de todos en la Bahía de Cádiz. En general, llueve poco, pero cuando llueve es de verdad, y hay inundaciones, y todo eso. Con el empleo ocurre lo mismo. Nos pasamos la vida oyendo quejas políticas y sindicales por la falta de trabajo, la provincia con más parados, las ayudas oficiales de la ITI, los pedidos confirmados, la carga de trabajo que no se concreta… Y, a la hora de trabajar, ¿qué pasa? El denominado Clúster Marítimo Naval, que es como la Autoridad (civil, por supuesto) de la Innovación y la Tecnología, también se queja. Pero no por el paro, sino por lo contrario: por la falta de trabajadores cualificados.