EL fallecimiento de María de la O Jiménez es una noticia triste, que nos hace pensar en su esfuerzo para luchar contra el cáncer que padeció, pero también en su capacidad para volver a ser ella misma en las dificultades. Después de haber alcanzado una cuota alta de protagonismo en la política gaditana, supo cambiar su vida en la adversidad, regresar a su Sevilla natal, asumir otras funciones y no mirar atrás, hacia lo que había sido su mundo durante una década. Para el PSOE gaditano ya lo había dado todo: acudió al sacrificio en unas circunstancias muy adversas. Algunos pensaron que había sido una decisión equivocada del partido, por quemarla para nada, pero en ese momento fue la apuesta que les pareció más oportuna para pelear en inferioridad contra Teófila.

FALTA menos. Apenas queda un año y medio para las próximas elecciones municipales. En Cádiz no se dan las condiciones para una moción de censura. Piensan que el alcalde González y su grupo de Podemos serán censurados en las urnas por su propio peso. Me parece absurdo valorar las encuestas que por ahí circulan, teniendo en cuenta que en Cádiz sólo acertaban cuando eran fáciles, cuando Teófila Martínez mantenía la mayoría absoluta. Cádiz es imprevisible, a la vista está. Pero es curioso anotar que la actual oposición municipal ejerce su labor con resignación, conformismo y peleítas esporádicas. En los partidos no tienen las ideas claras.

PARA ser perfecto, al soterramiento que ha defendido Ignacio Romaní (en nombre del PP) le ha faltado el Metro de Cádiz. Entre los proyectos que la Junta de Andalucía vendió en aquellos tiempos de las vacas gordas, siendo presidente Manuel Chaves, había de todo. Prometieron cinco líneas de Metro en Sevilla (de las que sólo funciona la primera), así como otros metros en Málaga y Granada (que también fueron a menos). A Cádiz, por el contrario, le prometieron dos líneas del tranvía de la Bahía (una a Chiclana y otra a Jerez), pero todavía no se ha visto nada, ni obra alguna en la ciudad, ya que el tranvía de Chiclana utilizará la vía del tren.

SIENDO feos (que lo son con ganas), el Queco y la Queca no son de lo peor que se ha visto en las calles de Cádiz en los últimos 50 años. No seré yo quien los defienda, pero se debe admitir que tenemos engendros peores. Y que, en realidad, forman parte de una plaga, que empezó antes del PP, en los tiempos de José León de Carranza, concretamente. Cádiz es una ciudad entre barroca, neoclásica y romántica. Es una ciudad que ha servido de inspiración estética a una América colonial. Pero es muy difícil encontrar algo bonito desde la Puerta de Tierra para fuera, en los Extramuros, aquella zona beduina con sus chalés que se cargaron uno tras otro, mientras levantaban edificios de dudosa arquitectura. Para el patrimonio, fue peor que la explosión del 47 lo que vino después.

NO es tan fino como el Cádiz parisino. El Cádiz veneciano tiene premio, porque lo consiguió en el Carnaval con ‘A Venecia del tirón’, en los buenos tiempos del coro de La Viña, cuando Antonio Burgos y Antonio Martín eran sus autores. Pero, con el paso de los años, este Cádiz veneciano ha degenerado. Actualmente, es una porquería. La culpa no es totalmente del Ayuntamiento de Kichi, viene de antes (ya pasó en septiembre de 2009, cuando aún gobernaba Teo), pero a la actual Corporación se le ha inundado dos veces medio Cádiz en menos de un mes. Y no se puede echar las culpas a que ha llovido mucho, como dice el concejal Álvaro de la Fuente, sino que nuestra red de alcantarillado es manifiestamente mejorable.