CONTINÚA la trilogía que decíamos ayer, con el segundo episodio: la oficinitis gaditana. Esta enfermedad, todo hay que decirlo, no la ha inventado Kichi, que todavía no se ha enterado de que ya está contagiado, por no vacunarse a tiempo, ni sabe que había vacuna contra eso. La oficinitis se convirtió en epidemia en tiempos pasados. Cuando se dedicaron a construir oficinas, pensando que Cádiz ya no era como La Habana con más salero, sino como Manhattan con más comparsas. En casi todos los edificios nuevos había oficinas. Tal era la epidemia que hasta anunciaron un nuevo Hospital. Y hubo buena gente que se lo creyó, que es lo peor.

VOY a escribir una trilogía. No en plan Cincuenta sombras de Grey a la gaditana, ni tampoco en plan Dolores Redondo (aunque aquí hay más misterios que en el valle del Baztán), sino sobre el urbanismo local. Todos los días publica el Diario varias noticias sobre proyectos en Cádiz, dándose la circunstancia curiosa de que son globos sondas, que incluso cambian de un mes para otro, sin que se construya nada. Ya lo sabemos: ¿ustedes han visto la inauguración de alguna gran obra en Cádiz desde que se cortó la cinta del nuevo puente? Por algo será.

LOS de Unidos Podemos han iniciado otra campaña: que entren menos colados en el Carnaval y que aumente la recaudación. Esto puede ser bueno para el pago a proveedores, asesores y otros gastos que hay. Además de que será presentado como una conquista social y de clase. En los años previos al cambio se decía que los del PP colaban a sus amigos en el Falla, aunque fue Vicente Sánchez, en nombre de Teo, quien inauguró el sistema de la venta de entradas por Internet. Y la buena gente, que aquí protesta por todo, también se quejó, porque eso permite a muchos forasteros ir al Falla. Es decir, que los refugiados son bienvenidos en las pancartas, mientras que el forastero no es bienvenido al Falla. ¿Son xenófobos en el Carnaval?

EN Cádiz, mejorando lo presente, ser alcalde o alcaldesa parecía como un seguro de vida política. Los gaditanos son muy fieles, según lo que se ha visto. A partir de las primeras elecciones democráticas, en 1979, tuvimos en la Alcaldía al socialista Carlos Díaz durante 16 años (1979-1995) y a la popular Teófila Martínez durante 20 años (1995-2015). Les ha sucedido el podemita José María González Santos en el último año y medio. En 36 años de democracia, desde 1979 a 2015, Cádiz sólo tuvo dos alcaldes, a diferencia de otros municipios del entorno como San Fernando, Chiclana o El Puerto. En Sevilla, que es la capital de provincia más cercana, en esos 36 años tuvieron seis alcaldes de tres partidos diferentes (PSA, PSOE y PP), y en 2015 entró el séptimo: el socialista Juan Espadas. Cádiz, pese a su fama de novelera, es poco sensible a los cambios.

UNO de los grandes traumas gaditanos es que no tenemos Ciudad de la Justicia. Por falta de ganas no será. Se viene hablando desde el siglo pasado, cuando trasladaron los Juzgados a la Cárcel Real. Entonces casaban a los matrimonios civiles como si fueran presos; y publicábamos fotos de los archivos inundados y mohosos; y en verano se manifestaban los funcionarios porque pasaban calor y trabajaban en modo Kunta Kinte. Llegó un momento en que la Junta de Andalucía, entonces presidida por Manuel Chaves, tuvo una genial idea: vamos a construir una gran Ciudad de la Justicia en los terrenos de la Institución Provincial en San Severiano.