YA nadie dice que Cádiz no tiene fiestas, como en los tiempos de Paco Alba. Por el contrario, en Cádiz, cuando no hay una fiesta, se inventan dos. Es una pena que Ernest Hemingway, que fue un gran amante de España y sus tradiciones (incluidos los toros, como tantos republicanos) no escribiera un libro titulado Cádiz era una fiesta. Se lo dedicó a París, donde vivió un tiempo en el que fue “pobre pero feliz”. En su primera novela, titulada Fiesta en español (en inglés The sun also rises), aparece su querida Pamplona con los sanfermines, pero no nuestro Carnaval. Peor para él. Si se escribe de fiestas, no se puede olvidar a Cádiz. Vengan y vean cómo vamos a celebrar el 1 de mayo: con los hoteles llenos y todo a tutiplén.

UNAS elecciones autonómicas se anuncian para el 19 de junio, lo que significa que volverán las promesas de siempre, como las golondrinas de Bécquer. Entre ellas, el hospital de Puntales, que la Junta de Andalucía empezó a prometer en 2004, cuando era presidente Manuel Chaves. Ni sus compañeros socialistas José Antonio Griñán y Susana Díaz, ni el popular Juanma Moreno han conseguido hasta ahora que el solar de la antigua Aeronáutica deje de ser un solar. Perteneciente, por cierto, a la Zona Franca, que todavía no ha cerrado la permuta que negocia con la Junta. Antes de empezar las obras, la Junta debe asumir la propiedad del solar. Y después invertir más de 350 millones de euros, según los cálculos realizados recientemente.

AL pasar la Semana Santa, ¿en qué piensan muchos gaditanos y muchas gaditanas? Las respuestas posibles son tres: 1. En las playas; 2. En las Fiestas Típicas Gaditanas de 2022; 3. En crear una plataforma. También se puede pensar en la invasión rusa de Ucrania, en los precios de la factura de Eléctrica de Cádiz, en el final de las mascarillas en interiores a ver qué pasa, y en otras tristezas que están ahí. Pero, puestos a ponernos alegres, vamos a pensar que además de las próximas ferias de El Puerto, Jerez y otros municipios donde hay ferias en vez de fiestas típicas, a nada que se vaya la borrasca de hoy, avanzará la temporada de playas, que ya ha tenido el anticipo de la Semana Santa.

HA sido una Semana Santa gaditana de luces y sombras. Así lo ha reconocido el presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías de Cádiz, Juan Carlos Jurado. Las luces del regreso a la normalidad tienen importancia, aportan un estímulo para años venideros. Las sombras hacen daño a una Semana Santa que es de primer nivel en lo histórico y lo artístico; pero no tanto en otras cuestiones, que al final han dado la cara y la cruz. Se ha puesto énfasis en lo que sucedió el Sábado Santo con el paso de la Soledad. Por cierto que cumplieron la estación de penitencia a la Catedral, que es para lo que las cofradías salen en Semana Santa. Por la carrera oficial se pasa. Aunque en este caso no la recorrieron completa.

EN otros tiempos, cuando éramos niños, el Viernes Santo se vivía como un día de luto generalizado. A pesar de que las costumbres han cambiado en parte, sigue siendo el día más luctuoso de la Semana Santa, a tono con la liturgia que conmemora la Muerte de Cristo en la cruz. Cádiz lo vivió en siglos pasados con tanta solemnidad que incluso el marqués de Valdeíñigo le encargó al prestigioso músico Franz Joseph Haydn su célebre obra Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz, para ser interpretada en el Oratorio de la Santa Cueva, donde hay un magnífico grupo escultórico. En general, se puede decir que el Viernes Santo gaditano recuerda la solemnidad luctuosa de antaño. Alcanza un momento de especial piedad en su alta noche oscura.