HAY que tener cuidado para no encender más la mecha del odio en los casos de delitos protagonizados por inmigrantes. Parecía que habían quedado en el olvido los incidentes de Pedrera, ocurridos hace un año, cuando en otro municipio de la Sierra Sur sevillana ha surgido el intento de linchamiento a unos rumanos sorprendidos cuando robaban. Como sucedió en Pedrera, no se trata de un robo aislado, sino que una comunidad rural, con fuertes vínculos de identidad, de aquí nos conocemos todos (Casariche no es como Nueva York), acusa a un grupo de extranjeros del aumento de robos y la inseguridad.

TODO es para el peatón, a su mayor gloria, pero sin el peatón. En las fiestas navideñas, Sevilla se ha peatonalizado. Colocaban a policías locales en la Puerta Carmona y otras antiguas puertas, que ya no existen, para no dejar pasar ni un coche, más allá de la guerra entre los taxis y los VTC. Pero es lo mismo. Incluso en la semipeatonal calle de Mateos Gago, arteria principal del turistificado barrio de Santa Cruz, aparecen coches a todas horas, para complementar a los veladores. El peatón siente ganas de ser un dron, pues de otro modo resulta imposible avanzar. Se recuerda con agrado aquel día en que el alcalde Espadas vendió la burra de la peatonalidad. Son tantas las excepciones que se cargan la regla.

LA Cabalgata de Reyes Magos está organizada por el Ateneo de Sevilla, pero cada año tiene más influencias de eso que se conoce como el mundo cofrade. Es decir que una Cabalgata como esta sólo puede salir en una ciudad como esta. No se trata de que Alberto Máximo Pérez Calero, como presidente de la Docta Casa que es, ejerza las funciones propias del Consejo de Hermandades y Cofradías. Pero en ese cortejo hay un razonable eco. Ayuda que el director de la Cabalgata sea Manuel Sainz Méndez, con experiencia compartida en ambos mundos, que en realidad son el mismo, con dos formas diferentes de verlo.

HAY una tendencia general a culpar a los alcaldes por la pérdida de población en sus ciudades y los datos negativos del paro. Los alcaldes no tienen una varita mágica con la que crear puestos de trabajo o procrear craturitas sevillanas, por mucho que se empeñen. Pero los alcaldes suelen alardear cuando los datos son positivos, y callarse cual mudos cuando son negativos. En estos días de enero, cuando el Heraldo de los Reyes Magos ya está aquí, aparecen los datos de población. En ellos se aprecia que Sevilla ha perdido habitantes, que con la gestión de Juan Espadas no han crecido, a pesar de los pisos en los nuevos barrios. El listón de los 700.000 habitantes cada año está más lejano. Con 688.711, Sevilla va a menos; pero otras ciudades van a más, y también hay que decirlo.

EN el distrito del Casco Antiguo tienen un buen problema con el futuro del mercadillo de El Jueves. Ahí el delegado, Juan Carlos Cabrera, va a necesitar toda su diplomacia en lo alto de la mesa, para dar una de cal y otra de arena, y lo que te rondaré morena. Los argumentos que esgrimen tanto la asociación de los comerciantes del mercadillo como los vecinos son defendibles. Por lo que cualquier decisión que adopte el Ayuntamiento será insatisfactoria. Si El Jueves es trasladado a otro lugar (supongamos a la Alameda, que está cerca) será malo. Y si se queda en Feria, también. Aparte de otros problemas vinculados, como el número de puestos y el tráfico.