HA aprendido a base de palos, según dicen sus amigos. Eso nos da una pista del truco que ha sabido utilizar Pedro Sánchez para ganar brillantemente las primarias del PSOE. Ha aprovechado la ola de victimismo que nos invade. Susana Díaz cometió el gravísimo error de hacerle el juego gratis. Ella misma lo insinuaba: Pedro es un perdedor. No como ella, que es la presidenta de Andalucía, la comunidad más poblada de España, la que tiene más militantes socialistas. Los perdedores han votado a Pedro el Perdedor, al mártir. Y así han ganado, porque se han olvidado de que la culpa de la pérdida fue del Perdedor, que los dejó con apenas la mitad de los 169 diputados que tuvieron en 2008 con Zapatero.
LOS debates entre candidatos de un partido sirven para poco. Si acaso para convencer a los que ya lo están. En unas primarias hay menos indecisos que en unas elecciones generales. Para el PSOE, la gran duda es elegir entre un modelo que atraiga a lo que queda de la clase media y otro que la espante. Y entre recuperar votos de la izquierda siendo más izquierdistas que nadie o por la vía del voto útil, que es como mejor les ha funcionado. No hay nada nuevo ni original. Pedro Sánchez es como volver al frente populismo de Largo Caballero, al PSOE de 1936. Y Susana Díaz es como volver a los muchachos de Suresnes de 1974, aunque ella no tiene el tirón de Felipe González, ni la España de hoy es la de entonces.
POR primera vez en los últimos meses, no ocurrió lo peor, sino lo menos malo. Es lo que piensan los franceses, que son pragmáticos. Haciendo las cuentas, se nota que a Emmanuel Macron lo han votado desde la derecha a la izquierda pasando por el centro. Es como si aquí votan a un candidato desde el PP al PSOE pasando por Ciudadanos. Toda la trama unida, para entendernos. Mientras Marine Le Pen, que no ha pasado del 35%, además del voto de los populistas de extrema derecha, ha recibido el apoyo de una parte de los populistas de extrema izquierda; como la mitad de los que votaron a Mélenchon, o algo así. Ya dijo Marine que era la candidata del pueblo, mientras que Macron era “el candidato de los bancos”. Lo mismo que dice aquí el que ustedes saben. Otra parte de los insumisos votó en blanco, por no votar al de los bancos.
HASTA los politólogos más torpes saben que los comunistas ortodoxos (y los fascistas) aprovechan la democracia para llegar al poder, si es posible, pero no creen en sus fundamentos, que consideran un invento burgués. Bien sea del Ibex 35, de la trama, o de cualquier contubernio. Pues también son muy de contubernios, como los otros, a los que tanto se parecen. Por eso, los mecanismos de la democracia, llegado el momento, se los pasan por el forro, sólo les interesa supeditarlos a sus fines. Y así intentan convencer a la gente de que todo se gana en la calle (que, al parecer, es suya), incluso las mociones de censura.
FRANCIA no es como España. Para empezar, tienen un sistema electoral con segundas vueltas, que permite a los franceses decidir sus presidentes y sus alcaldes sin tejemanejes de pactos entre partidos. Para seguir, funciona la teoría del bien común, que permite a la derecha y a la izquierda votarse, en caso de necesidad, para que no gane un ultra. El panorama español no es como el francés, porque aquí no existe un Frente Nacional como el de Marine Le Pen. Por el contrario, en todo lo demás, hay ciertas semejanzas. De modo que las elecciones de Francia nos han dejado algunas lecciones para reflexionar en España.