LA exposición In nomine Dei probablemente es la mejor sobre temática cofradiera que se ha organizado en los últimos años. Me refiero al siglo XXI. En el anterior, en 1983, pudimos ver la exposición Sevilla en el siglo XVII en el Pabellón Mudéjar de la plaza de América, donde admiramos por primera vez en Sevilla el Cristo de la Agonía, de Vergara, obra de Juan de Mesa. A la exposición organizada por el Consejo en la sede de la Fundación Cajasol sólo le faltan imágenes titulares, que en Sevilla no se ceden para exposiciones, al considerarse pecado mortal que no estén recibiendo culto. No obstante, incluyen algunas imágenes de santos, como la Magdalena, de las Aguas, que talló Luis Álvarez Duarte, y que está junto a otras secundarias espléndidas como el Cirineo de las Tres Caídas de San Isidoro, los ladrones de la Exaltación o los Santos Varones de la Carretería.
ESTAMOS en la Cuaresma más difícil de la historia reciente. Incluso más que la del año pasado. Porque en 2020 todo se desarrollaba con normalidad relativa. Incluso el Vía Crucis de las hermandades, con el Señor de la Salud, de Los Gitanos, que salió a las calles y fue trasladado a la Catedral el lunes 2 de marzo de 2020. Hasta ahí se mantuvieron los cultos sin problemas. Pero el primer viernes de marzo, día 6, ya se celebró el besapiés de Jesús Nazareno, del Silencio, en modo veneración. Y una semana después ya estaba todo suspendido y la gente confinada en sus casas. Sin embargo, en estos días ya cuaresmales de 2021, mantenemos un equilibrio entre la salud y la economía, según dicen las autoridades. Y hay que buscarlo también entre la salud y las devociones, que no se pueden perder.
ESTE será el 15 de agosto más raro que hemos vivido. Una mañana en la que no se abrirá la Puerta de los Palos de la Catedral para que la Virgen de los Reyes salga a las ocho, como era costumbre. Y, sin embargo, la Catedral no permanecerá cerrada. Los fieles podrán asistir, en su interior, a los cultos en su honor. Podrán peregrinar por la noche desde los pueblos del Aljarafe para participar en las misas tempraneras. Podrán rezarle de cerca, a la hora de la aurora. La Virgen presidirá el Pontifical, y después la Catedral permanecerá abierta durante la mañana. Pero nadie la aguardará en la plaza, ni en las gradas. Todo dentro del templo.
AL llegar la Madrugada del Viernes Santo se escuchó el ruido de un helicóptero en el cielo de Sevilla. A esa hora se debían abrir las puertas en la basílica de la Macarena. A esa hora, se abrían las puertas virtuales en Youtube para el fervorín del Silencio. El hermano mayor, Eduardo del Rey, y el director espiritual, el padre Adrián Ríos, hablaron a la audiencia y después se leyó la Pasión según San Juan. En el atrio no había nadie; o sí, porque estarían espiritualmente todos los nazarenos que han sido y son.
l Al llegar el final de una Semana Santa tan distinta y tan difícil nos acordamos de la Soledad l La Virgen no saldrá a las calles, que se quedarán tan vacías como la Cruz
NO hay Semana Santa en las calles de Sevilla. Aunque hemos celebrado estaciones virtuales, aunque hemos recordado las procesiones de otros años, aunque hemos buscado el consuelo de los recuerdos. La Pasión se queda en el interior de los templos, donde Cristo morirá para resucitar. Termina la Semana Santa y empezará el tiempo florido de la Pascua, como la llama que se enciende en los cirios. ¿Y en las calles? Sólo nos ha quedado la soledad.
La cruz estaba vacía. Colgaba un sudario como testimonio de una ausencia. Horas después, el viento lo seguía meciendo, con ráfagas de rabia. Después del último grito y del terremoto, la tarde había dejado un eco atroz y tormentas en el alma de cuantos lo contemplaron. Horas después, el cadáver fue descendido y amortajado. Lo trasladaron a un sepulcro para enterrarlo en silencio, para que durmiera el sueño de los justos. Había prometido que resucitaría, pero ¿quién podía pensar en eso, después de tantos sufrimientos?