l Esta era la noche en que se muere la nostalgia, cuando los negros nazarenos de ruán confluían por el norte, por el sur, por el este y por el oeste, siempre en dirección a la plaza
CON la primera campanada de la madrugada, Dios se asomaba a la plaza de San Lorenzo. En décadas antiguas, ya lejanas, esperaba hasta que sonara la segunda campanada, pero la evolución de la Semana Santa lo anticipó. Hoy, por culpa de la pandemia, se cumple un bienio trágico, no saldrá entre silencios para cruzar las sombras inquietas de la madrugada, permanecerá en el interior de su basílica, donde siempre lo encontramos; parecerá confinado en su altar, pero no ausente, ni siquiera indiferente. Predispuesto se quedará a recibir las visitas de quienes no lo verán en las calles, ni se encontrarán con su andar imponente e imposible, caminante de lejanos sueños, en los que avanza al compás escalofriante que le traslada hacia un calvario inalcanzable. Con su zancada se abrían en canal las horas sin tiempo hasta que llegaba el alba.
l En esta Semana Santa tan rara que hoy comienza nos faltan los nazarenos l Que nadie se confunda: el cofrade, además de cristiano, debe ser nazareno, ya que es parte de su esencia
HOY es Domingo de Ramos y no veremos nazarenos en las calles de Sevilla. Es cierto que tampoco saldrán pasos con las imágenes titulares, ni costaleros para llevarlos a la Catedral y regresar de noche a los barrios o al centro. Sin embargo, es cierto que en el interior de los templos, podemos visitar hoy a las imágenes de la Amargura y el Amor, de la Estrella y San Roque, de la Hiniesta y la Cena, de Jesús Despojado y la Paz… Permanecerán en la quietud de altares efímeros, con más o menos esmero en los exornos; y también es verdad que no han podido salir, pero podremos rezarles con devoción. Bueno, si las colas lo permiten. Porque muchos hermanos y no hermanos temen que 2021 sea el año de las colas insoportables. Quizá el pórtico de un futuro coradiero robotizado, en que los templos sean visitados durante la Semana Santa con citas previas reservadas por Internet, como las exposiciones que organiza el Consejo.
AL llegar el Domingo de Pasión nos damos cuenta de que esta Cuaresma ha salido mejor de lo esperado, y con cultos ajustados a la realidad actual. Las hermandades, en general, han estado a la altura de las circunstancias. No obstante, hoy nos encontramos con un acto diferente a lo habitual: en el Teatro de la Maestranza, con aforo adaptado, no habrá Pregón de la Semana Santa, sino una antología de pregones y pregoneros. ¿Hubiera sido mejor que Julio Cuesta cumpliera ya el encargo que recibió para 2020? ¿Es mejor guardarle el turno, hasta que recuperemos la normalidad en 2022? Ambas posturas son defendibles, me parece. Depende de los gustos. Pero no se puede afirmar: esto es lo bueno y esto es lo malo. No existen cánones previos, ni modelos rotos.
HOY era el día en que debía celebrarse el Cabildo de Toma de Horas para aprobar los horarios e itinerarios de la Semana Santa de 2021. Dicho así, duele más todavía. En esta Cuaresma no se ha hablado de los cambios, ni de las permutas del Domingo de Ramos, ni del orden del Martes Santo, ni de las dificultades para organizar la Madrugada, ni de nada de lo que se comentaba en las tertulias cofradieras y en los medios de comunicación. La Semana Santa en las calles se ha perdido, es como si no existiera. Y es cierto que en 2021 no la tendremos, pero queda un futuro por delante que saldrá tocado peligrosamente tras esta pandemia.
HUBO un tiempo en que la Semana Santa sevillana se salvó gracias a hermanos que lo dieron todo (incluso su patrimonio personal) por su hermandad. Hubo un tiempo en que las cofradías se salvaron gracias a las familias. Sin esa realidad de la posguerra, que cubrió una etapa difícil, no se puede entender lo que existe hoy en día. El adanismo en las hermandades no sólo sería una torpeza, sino una injusticia. Hemos recibido un legado, no lo inventamos. En los últimos días han fallecido personas que nos evocan ese pasado, no tan lejano.