CON mucha razón, se dice que Cádiz es una ciudad amiga de los animales. Empezaron prohibiendo los circos, y los toros por añadidura (aunque como no hay plaza, se ahorraron esa bronca). Después llegó la plaga de cucarachas, a las que dediqué un sentido artículo. Y ahora vienen las ratas, a las que escribo otro. Aunque tampoco nos deberíamos olvidar de esas palomas que rebuscan en las playas, no siendo aves marítimas como las gaviotas. Sin profundizar en los excrementos caninos, que te encuentras a granel en las proximidades del Paseo Marítimo. Se podría decir que esta ciudad va a dar asco, como no se lo tomen más en serio. Pero no se dice, porque en tal caso este artículo insistiría en los comentarios fascistas y capitalistas que pululan por las redes sociales.

CUANDO ocurre un ataque terrorista como el que se ha planificado en Cataluña, con acciones indiscriminadas contra las personas en Barcelona y Cambrils, y con la explosión en Alcanar, se origina una situación de orfandad moral. Es ahí, en los momentos extremos, cuando se aprecia la verdadera personalidad, y también cuando se agitan las miserias. Con el pasar de los días de luto, llegarán las derivaciones, los reproches y las responsabilidades. Todo esto ha ocurrido en Cataluña (y en España), en un momento de máxima distracción. Allí, desde enero de este año, habían detenido a 10 individuos acusados de lo que se denomina yihadismo, que viene de Yihad, la guerra santa que se menciona en el Corán, y que adaptaron a la posmodernidad la Al Qaeda de Ben Laden y después el Estado Islámico.

ESTABA media España de vacaciones, las playas a tope. Jueves 17 de agosto, poco después de las cinco de la tarde. Llegan noticias de que una furgoneta blanca ha irrumpido en las Ramblas de Barcelona, ha atropellado a varios peatones. Cuando se confirma que esta matanza ha sido perpetrada por terroristas islamistas, se rompe el espejismo de la última inocencia. Olvidados o mal disimulados los recuerdos de aquel 11 de marzo de 2004, este país se creía a salvo de ataques cobardes y crueles. París o Niza quedan al otro lado de los Pirineos. Facebook se llenaba de banderas de Francia. De vez en cuando, el Ministerio del Interior español difundía las detenciones de fanáticos que no conseguían consumar sus propósitos. Ayer fue un día diferente. Aunque algunos juegan a ser ciegos, tenemos el enemigo en casa.

PARA los que dicen que es imposible presentar una moción de censura en Cádiz (o en otros ayuntamientos de semejantes circunstancias) voy a exponer el Modelo Polvorón. Se presentó el pasado lunes en Estepa, población sevillana famosa por sus polvorones, mantecados, roscos de vino y otros dulces navideños. Allí Salvador Martín, de Independientes por Estepa, que llegó a la Alcaldía en 2015 con el apoyo del PP y el PA, ya no se comerá los polvorones en el cargo. El nuevo alcalde es Antonio Jesús Muñoz, candidato del PSOE, que fue apoyado por PP y PA en una moción de censura. Populares y andalucistas se integrarán junto a los socialistas en una gran coalición de Gobierno municipal.

SE ha dado a conocer en este Diario, recientemente, la extinción de la Asociación de Amigos del Folklore, que organizó el Festival Internacional Ciudad de Cádiz hasta 2011. Dejaron de percibir subvenciones en 2012, el año del Bicentenario de la Constitución. Es decir, que cuando se destinó bastante dinero para espectáculos en Cádiz, se lo regatearon a esta asociación, que presidía Antonio Fernández-Repeto. Junto a Manuel Granado y a otros colaboradores, pusieron en marcha un festival que también le dio vida al Teatro José María Pemán (cuando funcionaba). Además, ayudaron a la actividad de los grupos folklóricos gaditanos.