A partir de lo que ha sucedido en el Hospital de La Línea de la Concepción se ha empezado a ver en los telediarios a esta población como una sucursal de Chicago en los tiempos de Al Capone. Antes se la veía como la ciudad donde dormían los tropecientos mil trabajadores que cruzan todos los días la Verja para trabajar en Gibraltar. Sin embargo, ahora se le pone la banda sonora de El padrino. Preguntan a los asustados trabajadores del hospital de alto riesgo. Y, al darse la casual circunstancia de que el tal Sito Miñanco fue detenido en Algeciras, la gente ha empezado a preocuparse por lo que sucede en el llamado Campo de Gibraltar.

HA sido un acierto que los trabajadores de la empresa de limpieza de Cádiz no hayan convocado una huelga de basuras en Carnaval. La amenaza no ha surtido efecto, entre otras cuestiones, porque había una división de opiniones en la plantilla de la UTE Sufi-Cointer. Una huelga de limpieza hubiera sido nefasta para la ciudad en su fiesta principal de cara al turismo. Porque una huelga de limpieza de por sí es guarrísima, y en estas fechas, que tradicionalmente son poco limpias, todavía se notaría más. Por otra parte, ya cantó el cuarteto ‘Tres notas musicales’ que la gente no respeta ni que estamos en Carnaval. Los trabajadores de la limpieza sí lo han respetado.

PUEDE ser un gran día. Hoy se reúnen en Sevilla la presidenta de la Junta, Susana Díaz, y el alcalde de Cádiz, José María González, que la visita en el Palacio de San Telmo. Esta reunión (la segunda, tras la de febrero de 2017) adquiere un carácter como diplomático. Igual que Susana recibió al ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, recibe al alcalde del cantón de Cádiz. Por lo que entonces podemos hablar del lado más institucional del compañero Kichi, que también acude a donde debe acudir, y no sólo va dando paseos con su mochila y la libreta para apuntar lo que le digan los vecinos, como proclamó desde el principio. El alcalde, metido en su personaje, también es capaz de cerrar acuerdos con el rector de la Universidad, o recibir al comandante del Juan Sebastián de Elcano, su barco preferido.

PARA la integración del puerto en la ciudad de Cádiz siempre se consideró oportuno utilizarlo como aparcamiento. En los Carnavales de la Transición, cuando la fiesta recuperó un nuevo auge en los tiempos de los Carlos (Carlos Díaz de alcalde y Carlos Mariscal de concejal de Fiestas), el muelle era el estacionamiento predilecto. No se concebía un Carnaval en el que no se pudiera aparcar en el muelle. Es cierto que la ciudad contaba con menos espacios subterráneos, pues no habíamos llegado a los años gloriosos de Emasa. Con el tiempo, aquello se perdió.

LAS polémicas sobre los andaluces y los gaditanos vagos se reproducen cíclicamente de vez en cuando. Por ello, no se puede culpar al empresario cordobés Miguel Ángel Tamarit de la falta de inversiones en la provincia de Cádiz y la tasa del paro. No llega a tanto. En las letras del Carnaval (ahora que estamos en ello) se pueden encontrar interesantes ejemplos para ilustrar sobre esta temática, tanto en un sentido como en otro. La holgazanería o vagancia se ha atribuido históricamente a los andaluces en general, siendo los gaditanos sólo una parte del problema. Ocurre que aquí se tomó al flojo con demasiado gracejo. Se atribuye al flamenco Ignacio Ezpeleta la siguiente frase: “¿Cómo voy a trabajar si soy de Cádiz?”.