UN sector de los indignados con Kichi (a los que ellos llaman fachas) está frotándose las manos desde la noche del martes. Están locos de felicidad con Isabelita Díaz Ayuso, a la que comparan con la Teo de los años del esplendor victorioso. Así como en el Génesis se advierte que una Mujer aplastará la cabeza a la serpiente del pecado, en la derecha suele ocurrir que son las mujeres las que aplastan a la izquierda más heavy. Es una curiosidad, pues mientras el podemismo alardea de feminismo morado, son los votantes de la derecha los que apuestan por las mujeres: antes por Teófila Martínez en Cádiz, ahora por Isabel Díaz Ayuso en Madrid, como también con Esperanza Aguirre.

SOY respetuoso con las personas sin hogar. Me consta que detrás de cada uno y de cada una, en general, hay historias tristes de fracasos personales, desgracias, vidas rotas, e incluso de injusticias. Ya lo he escrito en otras ocasiones. No es sólo un lumpen social de inadaptados. Aunque también haya vagabundos que eligen voluntariamente ese modus vivendi. Es necesaria la compasión. Y, principalmente, la atención social, con una asistencia eficaz, para paliar su marginalidad, para ofrecerles cobijo (aunque sea temporal) y para hacerles ver a quienes lo rechazan que ese tipo de vida no es lo normal en una sociedad del siglo XXI, sino una anomalía. También hay que dejar claro que todo no vale. Una ciudad se debe gobernar con leyes y normas para el conjunto de ciudadanos.

LOS gaditanos son unos privilegiados. Tienen sol y playas, sin hacer turismo. Esto lo suelen decir los madrileños y los sevillanos cuando vienen a pasar sus vacaciones y pagan el alquiler del apartamento o unos días de hotel. Mientras que el gaditano y la gaditana quizá viva en un partidito del barrio La Viña (aún quedan), pero tiene la Caleta a pocos pasos y puede ir sin bajarse del autobús, o bajándose, si prefiere ir a la Playa Victoria; o sin bajarse también, si vive en los Extramuros de la ciudad antigua. Es decir que el gaditano y la gaditana, si no van a las playas, es porque no les da la gana, o por otras circunstancias de enfermos e impedidos. Por eso, el frenesí que se ha montado con la movilidad entre provincias andaluzas aquí no se ve en claves playeras.

CON las guerras pasaba eso: primero destrozan todo y luego empiezan la reconstrucción. Después de la guerra civil implantaron las cartillas de racionamiento para aliviar el hambre en los años de posguerra. Después de la pandemia (o incluso antes de que acabe) quieren implantar el carné del vacunado. No sería para que te den leche en polvo o patatas, para eso ya están Cáritas y los comedores sociales, sino para viajar. El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ya ha pedido que se apruebe el carné de los vacunados. Así los madrileños y los bilbaínos, incluso los ingleses y los alemanes, podrían venir a Chiclana y a Rota, a Conil y a Tarifa, a El Puerto y a Zahara de los Atunes, también a Cádiz y a Jerez, que tienen sus hoteles arruinados. El vacunado, cuando se inmunice, podría viajar a donde le salga de los colchones.

AUNQUE ahora se intenta negociar una alternativa que no sea traumática, las intenciones de Airbus ya habían sido expresadas públicamente: cerrar la factoría de Puerto Real. En estos momentos, hace falta un acuerdo para salvar el máximo empleo posible. Y ojalá continúe activa la factoría de Puerto Real, a la que pusieron la cruz, tras encumbrarla. Fue elogiada como su planta estrella en la provincia de Cádiz. Allí se quedó, en 1988, la herencia de Construcciones Aeronáuticas, cuando salió de la capital para ir a Puerto Real y dejaron los terrenos baldíos de Puntales. Eran los años en que todo lo que había en Cádiz se iba a Puerto Real: la Aeronáutica con sus trabajadores, el campus principal de la Universidad… Hasta este Diario se fue a Puerto Real, con sus redactores y sus autobuses, si bien volvió poco después a la capital. Lo que se llevaron a Puerto Real ha tenido sus más y sus menos. Ahora casi todo está a la espera de un milagro de la Virgen de Lourdes, que es su Patrona.