DOS escritores gaditanos aparecen en las listas de los 10 libros más vendidos en España. En contra de lo que algunos pudieran pensar, no son José María Pemán y Rafael Alberti. Tampoco Fernando Quiñones ni José Manuel Caballero Bonald. Y no lo digo sólo por citar a autores ya difuntos, sino que tampoco son de vivos que venden libros, como Jesús Maeso de la Torre o Benito Olmo. Los dos escritores gaditanos que aparecen en la lista de los 10 más vendidos son Paz Padilla y Joaquín Sánchez. Se les conocían otras habilidades, como ser una diva de la televisión o un hábil futbolista, respectivamente, pero nunca serían incluidos por Luis María Anson entre los 100 mejores poetas de España, los 15 mejores dramaturgos, ni los dos mejores articulistas del siglo XXI. No obstante, ahí están, vendiendo libros hasta en Hipercor, como si fueran langostinos o almejas.

EL pasado domingo, día 18 de julio, se cumplieron 85 años desde el golpe de estado o sublevación militar que inició una guerra civil entre las dos Españas. Quedan pocas personas (sólo los mayores de 85 años que han sobrevivido a la pandemia) a las que considerar testigos vivos de aquel conflicto bélico. Y ya no quedan soldados de aquellas batallas, excepto alguno que resistiere con más de 100 años cumplidos. Sobre la guerra civil de 1936 se ha escrito mucho, y frecuentemente sin rigor. ¿Sigue teniendo influencia? A la vista está. Aún existen esas dos Españas que hielan el corazón del españolito. A las que se refirió Antonio Machado en 1912, y que venían del siglo XIX. Su familia lo sufrió.

HOY es 16 de julio, el día de la Virgen del Carmen. A las 20 horas debería salir la cruz de guía a la Alameda de Cádiz. Sonaría la Salve Marinera, para que el paso avanzara, para que la cuadrilla de cargadores de Manolo Ruiz Gené la empezara a llevar con delicadeza por ese itinerario que mezcla el señorío de la Alameda y el centro de Cádiz (la plaza Mina, la calle Ancha, San Antonio), con el desborde final por el barrio del Mentidero, que siempre la espera como Reina. Y aunque ahora la plaza está reconvertida en un gigantesco bar (por culpa de la pandemia), quedará esa añoranza de los dos últimos itinerarios que la Virgen del Carmen recorrió: la belleza de asomarse al mar en la noche oscura desde el Parque a la Alameda; o el recuperado entusiasmo de Bendición de Dios, que es la auténtica calle del Carmen Coronada, aunque no sea la oficial.

UNA de las serpientes del verano es el cambio de nombre del estadio donde juega el Cádiz CF, que como ha recordado Manuel Vizcaíno es de propiedad municipal. Existía bastante consenso para que se denominara Nuevo Estadio Carranza (sin Ramón), aunque en realidad todo lo que hay actualmente fue construido en tiempos de la alcaldesa Teófila Martínez. Del estadio antiguo, dedicado por el alcalde José León de Carranza a su padre, y que fue inaugurado en 1955, sólo queda el emplazamiento. En cuanto al nombre Carranza, se vinculó al Cádiz CF, como escenario de sus éxitos y fracasos. El gran chirigotero Manolo Santander lo incluyó en su famoso pasodoble, himno oficioso del club. Denominarlo Nuevo Estadio Carranza, en recuerdo del escenario de las mayores gestas del club, es lo normal. Pero Kichi y Martín Vila suelen hacer lo que no es normal.

LA Junta de Andalucía ha sido magnánima, clemente y misericordiosa con Conil. Modificando porque sí las normas establecidas, han optado por no darle un rejonazo de muerte al turismo en pleno mes de julio. Por eso, a diferencia de lo que era habitual en los municipios con tasas de más de 1.000 contagiados por 100.000 habitantes (1% de la población), han evitado medidas extremas para Conil, como el confinamiento perimetral y el cierre de todo lo no esencial, incluidos los bares, restaurantes y locales de jolgorio. Pero en Conil deberían reflexionar, antes de matar la gallina de los huevos de oro. El aumento de contagios no ha sido por casualidad, ni por mala suerte, como lo certifican algunos vídeos que circulan por las redes sociales. El desmadre nocturno de los jóvenes y el turismo de medio pelo descontrolado han perjudicado la imagen de una población que compite en el segmento del turismo de calidad.