EL Congreso de la Lengua Española ha tenido una inauguración cajonera. Las dos noticias principales que han llegado a la gente sencilla que usa la lengua con naturalidad son: 1. Que el rey Felipe VI estuvo cajoneando después de inaugurar el congreso, con lo cual se puede suponer que lo más importante de su viaje a Cádiz ha sido tocar el cajón. 2. Que el alcalde Kichi llegó tarde a la Casa de Iberoamérica y a la comida, demostrando que no está preparado para los protocolos y cosas así, o eso les parece a quienes lo consideran impresentable para eventos internacionales de este tronío. Así que vamos por buen camino. Es una pena que no haya venido Mario Vargas Llosa, que fue el artífice de la concesión del Congreso de la Lengua Española a Arequipa, antes de que se lo adjudicaran a Cádiz en el rebote.

AL Mercado Central de Abastos siempre se le ha llamado La Plaza en Cádiz. En ese mercado se ha hablado mucho en gaditano y se ha contribuido a la difusión del parlamento de Cai. Pues no todo está en el Carnaval y en el flamenco (que también), como creen nuestras autoridades, sino que el pueblo le da vida al habla, como ha explicado el profesor Pedro Payán. Y el pueblo de Cádiz son los gaditanos en general. Estos días, con motivo del Congreso de la Lengua Española, las paredes de la Plaza se han llenado de palabras gaditanas. Y se ha vuelto a recordar ese evangelio lingüístico del gadita que es el libro El habla de Cádiz. Algunos parece que lo han descubierto ahora, pero se publicó por vez primera hace 40 años.

LA residencia del Tiempo Libre formaba parte del catálogo de proyectos imposibles de la Junta de Andalucía en Cádiz, junto al Hospital de Puntales y la Ciudad de la Justicia en el solar de Tolosa Latour. El edificio abandonado del Tiempo Libre dio mucho juego para mis artículos en esta sección, para reportajes de José Antonio Hidalgo y otros compañeros, para las lamentaciones típicas gaditanas. Era un desperdicio, a la vera de la playa Victoria, algo incomprensible, que en cualquier ciudad turística no se consentiría. ¿Alguien se imaginaba un mamarracho semejante en Málaga? Pasaban los años, y allí seguía la antigua residencia abandonada, con aluminosis, según decían unos y negaban otros.

UNA vez más, el alcalde de Cádiz, José María González Santos, ha cometido un error. Esta vez al criticar a la Junta de Andalucía por las obras de un tercer carril en la AP-4, en el tramo entre Dos Hermanas y Las Cabezas, en vez de hacerlo en Cádiz. Como se ha recordado, las obras no estarán a cargo de la Junta de Andalucía (donde ahora gobierna el PP de Juanma Moreno), que carece de competencias en esa autopista, sino del Gobierno central (donde ahora gobierna el PSOE de Pedro Sánchez, en coalición mal llevada con Unidas Podemos), por lo que es imposible que la Junta efectúe ninguna obra en la AP-4. Es grave que un alcalde (aunque ya va de recogida) confunda la titularidad de las carreteras principales de su provincia y la vecina. Pero lo peor no es eso, sino que no tenga en cuenta las verdaderas necesidades de Cádiz.

PARA comprar algo es necesario que alguien lo venda. Es un principio elemental del comercio. No se puede comprar nada si alguien no lo vende. Ni se puede vender si alguien no lo compra. Esto lo recuerdo porque el caso de Enríquez Negreira lo están presentando como si el FC Barcelona hubiera comprado partidos y adulterado las competiciones, pero sin señalar a los vendedores. Y supongo que si compraron algo sería porque hubo árbitros que se vendieron. Y, si no se vendió ninguno, es imposible que alteraran el resultado de ningún partido por influencia arbitral. En conclusión: si hubo compraventa, con un intermediario llamado Enríquez Negreira, además del comprador habrá que decir quiénes son los árbitros vendedores, si los hubiere.