OTRA vez han cumplido sus objetivos: mientras haya polémicas con asuntos como la retirada de la placa de José María Pemán en la calle Isabel la Católica, o la encuesta bananera del estadio Carranza, no se habla de los problemas verdaderos de Cádiz. Ni esa placa ni el nombre del estadio eran problemas gaditanos. Sólo son problemáticos para los rencorosos que quieren volver a escribir la historia, en vez de buscar un futuro mejor para la ciudad que gobiernan. Como han fracasado en la gestión y han demostrado su inutilidad práctica, con algo deben distraer a la gente. Es una pena que José María González y Martín Vila sigan enredados con sus fantasmas y momias del pasado, mientras hay problemas del presente que tratan de ocultar, como el de la Policía Local, por ejemplo.

En todo eso no hay novedad, y no merecería la pena dedicarle un artículo. Pero se añade un matiz grave: eliminar la lápida de José María Pemán en la calle Isabel la Católica es una barbaridad, no estamos sólo ante una aplicación extremista de la memoria histórica. En Cádiz han cometido tonterías como dedicar la avenida Juan Carlos I a la Sanidad Pública, en vez de a la Sanidad (a toda la Sanidad), porque los que trabajan en San Rafael y otros hospitales privados también colaboran; y los públicos de Andalucía están gestionados ahora por el PP y Ciudadanos. La Sanidad Pública viene de Franco, con el Seguro Obligatorio de Enfermedad de 1942, aunque no se aplique la memoria histórica para eliminarla, obviamente, porque sería un disparate. El discurso de lo público y lo social también se utilizó en el franquismo.

Volviendo a la lápida de Pemán: posee un valor histórico, porque recuerda el nacimiento de un personaje gaditano, que aparte de sus ideas (esencialmente monárquicas), tuvo repercusión cultural; pero además aportaba un valor artístico, que han pisoteado y que merece una protesta de las instituciones culturales gaditanas. Estamos refiriéndonos a una obra de Juan Luis Vassallo Parodi, el gran escultor gaditano, ganador del Concurso Nacional de Escultura en 1936 y uno de los mejores del siglo XX, autor de la Gades y la Virgen de los Dolores del Nazareno (a instancias de Pemán, de quien fue amigo). No es una plaquita más, sino de evidente interés artístico, y situada sobre piedra ostionera, en la fachada de la casa donde nació Pemán, que es un ejemplar excelente de la arquitectura civil gaditana, con permiso del Colegio de Arquitectos.

Retirar esa lápida demuestra el nivel cultural de quienes cometen la tropelía, pero también de los que callan por cobardía en la ciudad de Cádiz.

José Joaquín León

AUNQUE ha ganado Juan Espadas las primarias del PSOE de Andalucía, parece que la contienda era entre Pedro y Susana. Es un conflicto que viene de antiguo, y que en el PSOE gaditano ha provocado diversas vicisitudes en los últimos tiempos. Pedristas de verdad eran esos que ahora llaman romanistas (don Rafael y don José María), los Román que estaban a las duras y a las maduras, que iban a Chiclana cuando la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, acudía a La Barrosa a comer tortilla de patatas (o de papas, como escribe Monforte), y a las reuniones con el líder Pedro Sánchez cuando pasaba un asueto veraniego en el Novo, incluso en los tiempos de su caída en desgracia, por culpa precisamente de Susana. Tiempos en los que Chiqui Jiménez Barrios era la mano derecha o la izquierda, o las dos manos, del susanismo gaditano; con permiso de Irene García, que ya no se sabe si es de los suyos, o de todos, según.

DESDE hace algunos años, personas especializadas en los movimientos sísmicos y oleajes tipo tsunamis vienen alertando de las terribles consecuencias de un maremoto para Cádiz. Lo que pasó en 1755, cuando el terremoto de Lisboa, podría volver a ocurrir. Antes de ese maremoto hubo otros, aunque con la diferencia de que no sacaron el estandarte de la Virgen de la Palma, ni se tienen conocimientos de ningún milagro al respecto. Un dato que también es verídico y de base científica: en los últimos 266 años no hemos sufrido ningún maremoto de ese nivel en Cádiz. Es decir, que han pasado más de dos siglos y medio en los que varias generaciones de gaditanos han nacido, vivido y fallecido sin conocer un maremoto colosal. O dicho de otro modo, yo comprendo que intentan vender la moto del maremoto, pero es una rareza muy rara, rarísima. También te puede caer un trozo de balcón o una maceta en la cabeza. Nadie ha elaborado un plan de emergencia para tal contingencia.

ESTAMOS en la octava del Corpus. Se suele considerar a junio, en el devocionario popular, como el mes eucarístico por excelencia. Por lo común, el Corpus (que es una solemnidad litúrgica movible, como la Semana Santa) se celebra en junio. Ya se ha comentado en múltiples ocasiones que el Corpus de Cádiz estaba considerado entre los principales de España, por los fastos de sus celebraciones, junto a los de Toledo, Sevilla y Granada. Si bien entró en una dinámica decadente, que se ha intentado corregir. Pero con una pandemia es más difícil. El domingo pasado tuvimos el segundo Corpus sin procesión en las calles, aunque el Santísimo recorrió las naves de la Catedral en la Custodia chica, donada por Ana de Viya, ya que no se consideró pertinente utilizar la grande, una de las mejores de España, que estaba en la Catedral, a la vista, y como aparcada.

EN este país no se habla de otra cosa. ¿De los indultos y de Marruecos? No, de la luz y las vacunas. Mientras madrugan para poner la lavadora, en este país, en esta autonomía, en esta provincia y en esta ciudad todos y todas se han convertido en unos expertos en vacunas. Vas en el Cercanías de Cádiz a Jerez o viceversa (en el tranvía de Chiclana no, porque no funciona) y la gente comenta: “Pues yo estoy vacunada con AstraZéneca en segundas dosis”. Y el otro le contesta: “Pues yo me puse la de Pfizer, por no dejar a mi Manoli viuda”. Y entonces se entromete el gachó a quien nadie le ha preguntado, y dice: “Pues a mí, por mi edad, me la pusieron de Moderna. Aunque yo soy tan antiguo que estuve en 1949 en la inauguración del Teatro Andalucía, vimos una zarzuela muy bonita”. Y luego todos se cuentan sus efectos secundarios.