EN la desescalada del coronavirus todo el mundo barre para casa, y no ven más allá de su provincia. El cosmopolitismo pasó a mejor vida. ¿A quién se le ocurriría hoy viajar a Nueva Zelanda? Todavía no se puede ir desde Jerez a El Cuervo. Están hablando de establecer corredores seguros para que los alemanes viajen desde su país hasta Palma de Mallorca, donde poseen su segunda residencia. Los germanos no son como los gaditanos, que la tienen en Chiclana. Aquí la gente se ha adaptado al terruño. Ya nadie considera exagerado que salir de Cortadura sea como ir al extranjero. Hasta que, de repente, soltaron que van a permitir los viajes, incluso entre comunidades autónomas, aunque siempre que estemos en la fase 3.

GRACIAS a la desescalada, que ha tardado tanto, algunas pamplinas están pasando a la historia. Por ejemplo, las franjas horarias. Ha sido una de las ventajas en la fase 2. Las grandes ciudades, las pequeñas y las medianas tienen ya la misma consideración que los pueblecitos como Villaluenga o El Gastor, donde se conocen todos. Gracias a lo buenos que son Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Salvador Illa y Fernando Simón, los cuatro jinetes del coronavirus, la gente ya puede salir a pasear y a correr cuando se le antoje. Y los niños pueden salir con el padre y con la madre (o quienes sean que los acompañen) cuando les parezca oportuno. Es decir, nos hacemos la ilusión de que ya vivimos igual que antes, cuando había una democracia sin mando único. Aunque con mascarillas, no olvidarse de las mascarillas.

EL triángulo es considerado como un símbolo de la perfección. Quizá por la Santísima Trinidad (Padre, Hijo, Espíritu Santo), que no es sólo cristiana. El tres también es un número sagrado en el hinduismo y otras religiones. Y los Reyes Magos eran tres, según la tradición, como símbolo de las razas. En cuestiones más profanas y menos trascendentales, el tres se ha adaptado al alfabeto con múltiples versiones. Las tres B que definen el comercio: bueno, bonito y barato. Y las tres C que compendian la excelencia del buen gaditano: Carnaval, cofradías y Cádiz CF. Por eso, es curioso que ahora, como remedio para prevenir rebrotes del coronavirus, la Organización Mundial de la Salud aconseje a España que practique las tres T.

PUESTOS a buscar conflictos para la lucha de clases, no sólo la vamos a tener entre ricos y pobres, entre aristócratas y plebeyos, entre gordos y flacos, sino también entre mayores y jóvenes. Se supone que las mascarillas son obligatorias en las calles, comercios y locales interiores, espacios públicos y playas a menos de dos metros. ¿O no? Todos los días aparecen en televisión mensajes, advirtiendo que multarán a quienes no las usen. Pero yo todavía no he visto a ningún policía multando a los cientos de criaturas que pasean sin mascarillas. Sin que todos tengan alarmantes síntomas de padecer enfermedades respiratorias que lo hagan dificultoso. Y se debe decir muy claro: el incumplimiento es descaradamente más alto entre los jóvenes que entre los mayores. Sólo están eximidos los corredores (que deben respetar la distancia) y los enfermos desaconsejados.

EN la ciudad de Cádiz, desde que comenzó la desescalada de la pandemia con el mando único y la cogobernanza, se oye hablar a nuestro alcalde Kichi de asuntos tan interesantes como los siguientes: si le cambia el nombre al estadio y le quita alguna avenida a la monarquía; si la playa se abría este lunes o lo adelantaba al viernes; si elogia a los gordos (y supongo que a las gordas) y por qué será; si debéis comprar en una tienda local o multinacional... Todo ello mientras hay negocios que siguen cerrados, pequeños empresarios y autónomos al borde de la ruina, trabajadores que sabe Dios cuándo volverán a trabajar (si no los contrata la Junta para vigilar las playas), y muchas dudas sobre el futuro. ¿Qué proyectos defienden para su ciudad? Unos esperan las subvenciones que lleguen y otros las limosnas del ingreso mínimo.