SIGO con la decadencia de la cultura y los espectáculos en Cádiz. Segunda parte. El verano es la temporada alta gaditana. A diferencia de las ciudades de interior, donde muchos habitantes se van de vacaciones, en agosto Cádiz gana población. Sin embargo, con un público más amplio y con más tiempo para el ocio, los teatros gaditanos no ofrecen espectáculos. En una programación venida a menos, se recurre a otros espacios, en un verano atípico, en el que el Castillo de San Sebastián se quedó al margen, y el Castillo de Santa Catalina, así como el Baluarte de la Candelaria, tampoco han podido ofrecer su aportación habitual. Sin embargo, debemos partir de una idea básica: los principales espacios escénicos son los teatros.

UNA de las asignaturas pendientes que le quedó al gobierno local de José María González Santos en Cádiz es la cultura. En los cuatro años anteriores, Kichi confió la delegación de Cultura a Eva Tubío, procedente de Ganemos (es decir, de IU). Su gestión fue muy negativa. También llegó un nuevo sectarismo cultural. Parecía que sólo había lugar y cuele para los amigos, afines y simpatizantes a la causa de Unidas y Podemos. Tan lamentable era este asunto que el alcalde Kichi cambió discretamente a la responsable de la cultura, que ahora es Lola Cazalilla. Su programa ideal debería ser, más o menos, justo lo contrario de antes.

LA crisis del Open Arms se ha convertido en un caso sintomático de la demagogia que se aplica al problema de la inmigración. Nuestra provincia está acostumbrada a la llegada masiva de pateras, pero se ha encontrado inmiscuida en un problema que es de la otra vía, la italiana. No sólo por culpa de Matteo Salvini, que ha cerrado los puertos italianos al Open Arms, al tiempo que calificaba a la oenegé que lo gestiona como cooperadora necesaria de las mafias que operan en Libia. El problema ha estado, una vez más, en la descolocación de Pedro Sánchez, que empuja a España a una política migratoria confusa, en la que un día facilita el efecto llamada, otro cierra las puertas y al siguiente ofrece posada en el puerto más inconveniente.

 

Hasta en el Open Arms se sorprendieron cuando Pedro Sánchez ofreció el puerto de Algeciras, que era el más alejado y les obligaba a cinco días más de viaje, para completar las casi mil millas a las que se encontraban. Y es tan raro que no se pueden descartar otras influencias, calculadas o sin calcular. Como que Kichi había ofrecido el puerto de Cádiz, que todavía está más lejos, sin tener competencias para eso. Con la misma validez que si usted le ofrece su casa a un pingüino del Polo Norte. Y sin olvidarnos de que Algeciras está en Andalucía y que ni siquiera se lo dijo al presidente de la Junta, Juanma Moreno, del PP, que tiene asumidas competencias en la acogida de la inmigración. El alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, por cierto, también es del PP. Mientras que Palma de Mallorca, el puerto más cercano, depende del gobierno de Baleares, cuya presidenta, Francine Armengol, es socialista.

Puede que esas coincidencias se deban al azar. Sin embargo, sorprende mucho que en vez de aplicar políticas útiles en la gestión de la inmigración de África a Europa, los partidos y sus dirigentes se sigan enzarzando en gestos inútiles cuya finalidad última sólo busca la ganancia de votos. Es evidente que la desgracia de esos inmigrantes les importa poco. Ese es el verdadero drama de esas personas: todos se aprovechan.

Se aprovechan las mafias, que en algunos casos les ofrecen el rescate incluido en el precio. Se aprovechan los políticos, que por otra parte intentan dar un escarmiento a la oenegé bondadosa que también se nutre de lo mismo. Y, sobre todo, cada partido busca sus intereses políticos, que oscilan entre el componente sádico y el masoquista.

Como telón de fondo, hay unas personas que sufren en su propia miseria las consecuencias de tantos engaños.

José Joaquín León

PASAN los años, y no se entiende la polémica por la apertura del Piojito en agosto. Los comerciantes ambulantes reivindicaron que el mercadillo se mantuviera ese mes, en contra del criterio municipal y de algunos comerciantes locales, que lo consideraban perjudicial para sus intereses. Viendo lo que se ve los lunes de agosto, en la avenida de la Bahía, parece inexplicable aquella discusión. Porque el Piojito en el mes de agosto está más desperdiciado que nunca. Podría servir de ejemplo, en un máster de negocios, sobre lo que no debe ser un mercadillo comercial en una Zona de Gran Afluencia Turística. Todo forma parte de la libertad comercial.

EL Corte Inglés de Bahía Sur fue pionero para San Fernando, Cádiz y todo el entorno metropolitano. Cuando este centro comercial comenzó su trayectoria fue un avance en una zona de la Bahía que estaba comercialmente retrasada con respecto a las principales capitales españolas. Entonces, hace 27 años, muchos gaditanos y gaditanas aprovechaban el 7 de octubre, fiesta local de la Virgen del Rosario, para comprar en El Corte Inglés de la plaza del Duque, en Sevilla. Después regresaban para la procesión de la Patrona. Era como un rito que mezclaba las devociones con las compras en el gran almacén que había popularizado Ramón Areces.