SE caracteriza Cádiz, entre otras cuestiones, por la desubicación y la fluidez. La misma gente puede aparecer en diferentes sitios, según el momento. Ya comenté que Ignacio Romaní y Mercedes Colombo, que solían acompañar a Teófila Martínez en las ruedas de prensa de sus años de alcaldesa como concejales del PP que eran, aparecían ahora como cargos de la Junta de Andalucía junto a la delegada provincial Ana Mestre, que antaño también fue concejala del PP en Cádiz. Pero lo mismo ocurre con los políticos del PSOE, donde algunos incluso repiten cargos importantes. Por ejemplo, el alcalde de Chiclana, José María Román, también es vicepresidente de la Diputación Provincial. Y faltó poco para que fuera presidente.

PUEDE llegar un momento en que nuestro Kichi no sea podemita. En los últimos tiempos, la familia Iglesias va contra el Adelante de la familia Kichi y la familia Kichi va contra el Unidas Podemos de la familia Iglesias. A priori resulta extraño. Por eso no es un partido, ni siquiera dos, sino una cosa rara. Se monta a través de círculos y asambleas, que deciden medidas a las que quienes mandan no les hacen caso, excepto que coincidan con lo que ellos proponen. Es decir, que funciona con una estructura piramidal, dogmática y familiar. Los Iglesias-Montero deciden y los demás obedecen. Y si les salen ranas, adelantados o errejonistas se lo pueden montar a su manera, irse a su casa, o vaya usted a saber.

EN la ciudad de Cádiz, las cosas se hacen por rachas. Pasa con los alcaldes y con los negocios. Con los alcaldes, eligen a uno, supongamos a Carlos Díaz, y lo dejan ahí 16 años. Después le toca a otra, supongamos a Teófila Martínez, y la dejan ahí 20 años. A continuación le toca el turno a José María González, más conocido como nuestro Kichi, y lo dejarían ahí…24 años. Si no fuera porque él se conforma sólo con ocho y el resto se lo entrega a los necesitados, como el sueldo. Pues con los negocios, igual. Empezaron a poner supermercados en Cádiz, y ahora no paran. Raro es que no hayan abierto un supermercado en el Ayuntamiento o en la Diputación.

NO lo recuerdo por nada ceniciento, pero hace un año, en agosto de 2018, se desplomó un puente en Génova (Italia). Quizá por casualidad, unos meses después, el Gobierno, que ya tenía como ministro de Fomento a José Luis Ábalos, elaboró una relación de las infraestructuras más deficientes de España, entre las que aparecía el puente José León de Carranza. ¡Ojo! Quedó claro que no hay peligro, al menos de momento. Pero su estado obliga a algo más que las habituales obras de mantenimiento, esas por las que cortan un carril irreversible de vez en cuando. Necesita una actuación más a fondo. En la pasada primavera, Fomento indicó que esos trabajos serían incluidos en los Presupuestos de 2020. No reírse, por favor.

EN agosto han venido muchos guiris, nacionales y extranjeros. Pues los hay sevillanos, madrileños, vascos, extremeños, aragoneses y de por ahí, además de alemanes, ingleses y americanos de la base de Rota. Sed bienvenidos, igual que los refugiados. Estos guiris también son refugiados, que se refugian contra el calor. En Cádiz y sus costas de cinco estrellas, las olas de calor pasan de largo, y no se conocen días de 43 grados a la sombrilla, y además este año ha sido pródigo en el consuelo del poniente, que estimula la venta de jerséis en las rebajas y en el Piojito. A vosotros, los guiris que aún no os habéis ido, yo os digo: tened cuidado. Porque anuncian el atún rojo salvaje de almadraba y el rabo de toro de lidia con una alegría y espontaneidad que no siempre es verídica.