HA comenzado el Año Murillo, que siguiendo la exageración sevillana durará más de 15 meses. Es el gran aliciente para el turismo del año 2018 y parte de 2019. Los actos previstos para celebrar el IV Centenario arrancaron ayer, con el concierto de Jordi Savall en el Teatro de la Maestranza; y, principalmente, con la inauguración de la exposición Murillo y los Capuchinos de Sevilla, que ya se puede ver en el Museo de Bellas Artes. En los próximos días se incorporarán otras exposiciones importantes, como la de Murillo en la Catedral de Sevilla que será inaugurada el 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada; y Murillo y su estela en Sevilla, que comienza el martes 5 de diciembre, en el Espacio Santa Clara. El arranque, que es fuerte, se convierte en gran reclamo para el puente colgante de la próxima semana.

YA tenemos un nuevo icono para la polémica. Ya tenemos una pintura para ser divididos entre progresistas o casposos. El cartel de la Navidad que ha dado a conocer la Asociación de Belenistas, con una obra de Manuel Peña, ha provocado indignación y cuchufletas al mismo tiempo. Por el ramalazo gay que presenta el arcángel San Gabriel, por su parecido no se sabe si casual con el futbolista Griezmann, por la altura tan imprudente a la que aparece la Giralda, incluso por la azucena luminosa, ya puestos a buscar detallitos curiosos. Como suele ocurrir en estos casos, algunos piden su retirada y otros están encantados.

SE habrán dado cuenta de que ya ningún partido habla de suprimir las diputaciones. ¿Por qué? Porque tienen utilidades para los municipios. Además, por si acaso, se están adaptando a los nuevos tiempos de la transparencia contra la vieja burocracia. La Diputación de Sevilla quiere ser pionera en esta transformación, cuyo fin último es la ventanilla única y la simplificación de las gestiones administrativas. La semana pasada organizaron la IV Feria de Innovación y las Nuevas Tecnologías, precisamente en el famoso patio multiusos, al que me he referido en otras ocasiones.

SI hay incidentes en la Madrugada de 2018, no será por falta de colaboración de las cofradías. Las seis que hacen estación a la Santa Iglesia Catedral han alcanzado un acuerdo, al que se llegó de madrugada precisamente, y con el respaldo del presidente del Consejo, Joaquín Sainz de la Maza. Este acuerdo parece bastante satisfactorio, a diferencia de otras propuestas duras. Sin retrasar los horarios, sin cambiar el orden, sin romper concordias, sin revolver derechos históricos. Pero sí con afán de colaboración, y con sacrificios, que otros años se han echado en falta.

EL Black Friday ya no es lo que era. Tanto copiar las costumbres yanquis para adaptarlas a la sevillana con vocación universal. Ahora el Black Friday es una locura, ya no es un viernes negro como antes, cuando ibas a un espacio mayormente blanco como el Centro Comercial Nervión Plaza, y te ponías las botas para marcar un gol en Zara o en Mango. Gangas a mitad de precio, como si comprara Monchi para revendérselo al Barcelona. Y las colas eran soportables, no como las de ahora. Te sitúas con tu esposa en la cola de Stradivarius o de Oysho, y sabes que has perdido la mañana entera. Por no comprar on line, dicen los listos. ¿Y perder la mañana entera esperando al repartidor? También pasa.