HASTA 1914, cuando fue inaugurado el parque de María Luisa, en Sevilla no había ninguno. Existían jardines de universal fama, como los del Alcázar. La infanta María Luisa, duquesa de Montpensier, donó parte de los jardines de San Telmo en 1893. Fueron reconvertidos en su Parque. El único parque conocido durante muchos años, al que todavía se denomina El Parque. Según he leído, actualmente el 30% de sus árboles se encuentran en un estado digamos que pachucho. En los últimos años, la ciudad se ha llenado de parques. Según los cálculos más optimistas, cuando se inaugure el proyecto de Tablada, la ciudad contará con 1.700 hectáreas de zonas verdes. Ahí es nada. Algunas fuentes estiman que cada sevillano sale a 14 metros cuadrados de parque por cabeza. Se cumplen todos los estándares internacionales. Esta es una ciudad verde, y no sólo en Heliópolis.

LA culpa ha sido de la noche de Halloween. En los últimos años habíamos escrito tropecientos artículos, denunciando que era un invento yanqui, una ordinariez, algo impropio de nuestras tradiciones y fiestas. Pues ha bastado un exceso de aforo (entraron 1.400 criaturitas donde cabían 900) en un local de San Francisco Javier para que la nochecita de los monstruitos evocara no al más allá, sino al más pallá, cuando aquella fiesta de Halloween de Madrid, de infausto recuerdo. Por supuesto, no ha ocurrido nada parecido. Pero sí lo suficiente para que hayan clausurado tres locales y para que se preocupen. Y, de rebote, se han acordado de la botellona, que no estaba muerta, como cantaba Peret, sino que estaba tomando cañas con los disfraces tenebrosos.

CON todos los respetos, me parece una falta de respeto que hayan organizado una visita teatralizada en el Cementerio de San Fernando justamente en la noche de la víspera de Todos los Santos. A oscuras, con disfraces, con linternas, con explicaciones de curiosidades, con música de violín para aumentar el misterio… Y cobrándolo a nueve euros, según se ha publicado en este Diario. Es decir que, a su manera cultural, la empresa organizadora ofertó una actividad que recuerda a las fiestas de Halloween. Aunque incluyeran a Shakespeare y Miguel Mañara en el paquete. Por supuesto, están en su derecho de plantearlo. Lo peor no es eso, sino que les hayan concedido la autorización.

LOS plenos municipales sobre asuntos fiscales resultan tediosos. La gente está enredada con noticias más pintorescas, como el viaje de Puigdemont a Bélgica. Además, estamos en vísperas de Todos los Santos y los Fieles Difuntos. Otros se divierten con los disfraces de Halloween y las calabazas del 155. Por otra parte, el Sevilla se la juega en Europa y el Betis cascó en Cataluña, precisamente. Con la gente distraída, un pleno municipal que baja el IBI un 3% no apasiona demasiado. Pero es revelador de lo que está ocurriendo en estos tiempos de ajustes constitucionales para el sentido común y el bienestar social. Hay una pequeña coalición, que ha montado Juan Espadas y funciona a su manera, con disimulo.

POR culpa de Puigdemont y su DUI, por culpa del viernes negro que padecimos, ha quedado como más encubierto y minimizado el último pleno municipal. Sin embargo, algunas de las cuestiones tratadas son más interesantes para la ciudad que el recuento de votos de Carme Forcadell, con su carita de funeral. Entre lo aprobado en el Ayuntamiento, destaca la iniciativa de la Marea Blanca para pedir a la Junta de Andalucía la reapertura del Hospital Militar. Contó con los votos del PP, Ciudadanos, Participa Sevilla e IU, y con la abstención inexplicable del PSOE.