HAY que entenderlo: él no quería fusilarlos, sino que lo dijo “con ironía”. Y no era la Guerra Civil, aunque hubo lucha entre civiles. Los incidentes de Pedrera (entre la comunidad más o menos local y los rumanos) han servido para poner de manifiesto que en una sociedad supuestamente democrática también hay odio y bajas pasiones. En situaciones difíciles, se puede prender la llama del extremismo. Se lo recuerdo a los de la Memoria Histórica, que tanto tergiversan la historia y se olvidan de las circunstancias. Es muy fuerte que te quemen un coche, pero todavía peor es que te fusilen a tu hermano. En la Guerra Civil hubo fusilamientos en ambos bandos. Y en la guerrita de Pedrera, el señor alcalde, Antonio Nogales, de Izquierda Unida, pronunció palabras intolerables.

A propósito de la serie La Peste, de Alberto Rodríguez y Rafael Cobos, ha vuelto a la actualidad esta epidemia, ocurrida en 1649. No pocos historiadores la consideran el verdadero origen de la decadencia de Sevilla, bastante antes del traslado de la Casa de la Contratación a Cádiz en 1717, que llegó cuando el declive ya era muy evidente. El alcalde, Juan Espadas, ha llegado a decir que la serie (que emitirá Movistar Plus, en formato de pago bajo demanda), servirá para hacer publicidad de Sevilla. Todo se limita a lo mismo. Era una Sevilla que se presta al reduccionismo fácil de los buenos y los malos, a la demagogia, pero que vivía una situación muy compleja.

LOS sevillanos en Madrid siempre han existido. Desde siglos antes de que Gregorio Serrano dijera que Sevilla es “una ciudad maravillosa donde hay Internet”. Bueno, también pudo decir que sería oportuno trasladar la sede social de la Dirección General de Tráfico a Sevilla. O el Ministerio del Interior completo a la antigua Comisaría de la Gavidia y sus edificios aledaños, ¡ay, pillín!, con lo que le hubiera gustado eso a Zoido en sus tiempos de alcalde. Pero los sevillanos en Madrid existen tradicionalmente, como le pasó a Diego Velázquez, aquel pintor sevillano que se fue a Madrid, mientras que Murillo se quedaba, y ahora tiene el premio del año dedicado.

POR culpa de los políticos demagogos, la gente se ha acostumbrado a la demagogia de que los políticos tienen la culpa de todo. En 2009, Rajoy le echó las culpas a Magdalena Álvarez (ministra de Fomento entonces), tras el caos originado por una gran nevada en Madrid, que obligó a cerrar el aeropuerto de Barajas. El pasado fin de semana, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera han echado las culpas al PP, pero sobre todo a Gregorio Serrano, como director general de Tráfico, por la nevada que dejó inmovilizados a cientos de vehículos en la AP-6, en la provincia de Ávila. Así que Gregorio se ha comido este marrón de la nieve sin ser esquiador.

LO han presentado como un inteligente descubrimiento, pero la tabarnización de los territorios ya existía: es como Corea del Norte y Corea del Sur. Consiste en mandar a los que piensan de un modo por aquí y a los que piensan de otro por allí. Es justamente lo contrario de la democracia, que consiste en la convivencia de quienes piensan diferente, en gobernar con mayorías sin pisotear a las minorías, en poder cambiar el gobierno cada cuatro años, en el respeto y el diálogo como método para afrontar los problemas. Tabarnia es un mal invento, porque consiste en lo mismo que se critica: separar, excluir, poner barreras… Y se puede hacer en todas partes, así en Cataluña, como en Sevilla.