NO importa que estemos en un periodo de sequía. En Sevilla se mira al cielo por costumbre, cada vez que sale una procesión, aunque sea la Virgen de los Reyes el 15 de agosto. Por extensión, lo mismo se puede decir de cualquier evento o celebración, como la Cabalgata de los Reyes Magos, que está amenazada por malos pronósticos. Ante el riesgo de lluvia, se espera siempre lo mejor, aunque sea un milagro de última hora. Un arco iris que ilumine el Aljarafe. Por eso, cambiar las tradiciones se puede hacer en Alcalá de Guadaíra o en San Juan de Aznalfarache, que están ahí mismo, pero en la ciudad de Sevilla todo debe ser cuando le toca, o ya no sería lo mismo. Una cabalgata en la tarde del 4 de enero sólo sería un heraldo con carrozas.

IGUAL que los niños vienen con un pan debajo del brazo (o eso se decía antes, cuando las familias numerosas), algunos años nuevos vienen con un casco para los alcaldes. Juan Espadas sabe que muy pronto el rey Baltasar, aún siendo otro representante, le pondrá un casco tela de chulo, y otro para Antonio Muñoz, el delegado del llamado Hábitat Urbano, y puede que algunos más para los concejales que se hayan portado mejor, como Juan Carlos Cabrera y Carmen Castreño. Con razón, dijo en la presentación del acuerdo de las Atarazanas que era como un regalo anticipado para la ciudad… Y para él, que podrá asistir a la inauguración de las obras, en el primer trimestre de 2019. Claro que antes nos queda 2018, el Año del Casco.

SE recordará a don Manuel Olivencia como un sabio del siglo XX y parte del siglo XXI. Se le recordará con el don por delante, como título de una estirpe, de un señorío intelectual que en general se ha perdido con el tiempo, hasta resultar rarísimo. Igual que Clavero Arévalo y otros míticos profesores de la antigua Facultad de Derecho, consagraron su vida a la Universidad, pero no como un medio burocrático de vida, sino como un modo de enseñar y crear discípulos. Entre ellos, estuvieron significativos políticos de la Transición. Ese carisma de maestro se le fue acrisolando, aún más, con el pasar del tiempo. Pero nunca fue un viejo profesor, porque en Olivencia todo era actual, vivo, quizá permanente.

ESTA noticia también parece una inocentada. Menos mal que el pacto lo han presentado un día después. Varias veces se ha publicado que el proyecto de las Atarazanas ya tenía consenso. Pero no había manera de que se cerrara. Ayer la Junta, el Ayuntamiento, la Fundación La Caixa y la asociación del patrimonio Adepa lo sellaron y explicaron. Es lógico que Miguel Ángel Vázquez, Juan Espadas, Rafael Herrador y Joaquín Egea estuvieran satisfechos. Antes, en esas circunstancias, se diría que habían fumado la pipa de la paz. Pero ya no se ve fumando pipas ni a Rajoy.

VERDADERAMENTE triste me parece lo que ha ocurrido con Eduardo Berizzo. De paso, ha dejado al descubierto la hipocresía de nuestro fútbol. Lo han echado de su trabajo, y se ha quedado en el paro, cuando apenas habían pasado tres semanas de su operación de un cáncer de próstata. Casos como éste nos sirven para valorar mejor la gran labor que realizan las mujeres en las asociaciones de afectadas por cáncer de mama. ¿Se imaginan el escándalo que se hubiera montado, si echan de su club a una entrenadora deportiva recién operada de cáncer de mama? ¿Qué diría Susana Díaz? Con Berizzo se ha extendido una cortina de cobardía y complicidad. Es uno de los motivos por los que el cáncer de próstata es asumido por muchos hombres en silencio. Al menos, se ahorran el falserío de los hipócritas.