DESPUÉS del Año de Murillo, y en pleno Año de Magallanes, en estos días se ha puesto de moda el Trimestre de Montañés. La exposición del Museo de Bellas Artes de Sevilla se denomina Montañés, maestro de maestros, por lo que queda claro que pretende resaltar su magisterio en la imaginería. Permanecerá abierta hasta el día 15 de marzo, un detalle importante, ya que no hace falta que vayan todos en el próximo puente de la Inmaculada, ni tampoco que la dejen para los últimos días, ni mucho menos que se les pasen las fechas. Hay que verla y hay tiempo suficiente. Es cuestión de organizarse bien. Al margen de que en Sevilla gusta mucho una cola.

POR culpa de las negociaciones para formar Gobierno, por culpa de los ERE, por culpa de los premios de la MTV, las Estrellas Michelín y la Cumbre del Espacio, por culpa de la iluminación navideña para el Black Friday, por culpa de Magallanes y Montañés, por culpa de lo que sea, no se le está dando importancia a una gran barbaridad: el arboricidio de los naranjos sevillanos. Ríanse ustedes de cuando Susana Serrano llamó Juan Serrucho al alcalde, para lo que puede ocurrir. Se van a cargar la Sevilla del azahar, y van a eliminar más de la mitad de los naranjos que existen. No será a lo bestia, no será a serruchazo limpio. Tampoco será en plan de apearlos en modo terapéutico, como si sufrieran una lipotimia. La receta será sutil. Cuando un naranjito de Sevilla se vaya a hacer puñetas será sustituido por una especie diferente.

VA a comenzar diciembre, un gran mes para la estación de Santa Justa. Es curioso que hablan mucho de ampliar el aeropuerto de San Pablo, pero poco de mejorar la estación. Ya está colapsada muchos días. En los fines de semana, puentes festivos y momentos especiales se forman colas que llegan hasta el vestíbulo, y en alguna ocasión hasta la calle. La estación se encuentra al borde de un ataque de nervios, dimensionada muy por debajo de la realidad actual. Y, para más inri, con proyectos en marcha para liberalizar los viajes de AVE entre Sevilla y Madrid, a partir de diciembre de 2020, que pueden condicionar a peor. Es decir, que el éxito la puede desgraciar.

TENEMOS una confusión de los tiempos que es espantosa. La gente más tradicional te lo dice: “Ya no respetan las fiestas religiosas de toda la vida”. La racha de los dos últimos meses del año es pavorosa. Empezaron con las nochecitas de Halloween para cargarse los huesos y buñuelos de Todos los Santos. Aquí se honraba a los fieles difuntos. Y se cerraba el calendario religioso con las procesiones de Omnium Sanctorum y de la Virgen del Amparo, que ponían el broche de oro. Cuando se cerraban las puertas de la Magdalena, y entraba el Amparo, pasaba lo mismo que con las puertas de San Lorenzo en la noche del Sábado Santo. Se acabó lo que se daba... Empezaba un nuevo tiempo.

LA Gala del Espacio que ha conseguido el alcalde Espadas es de las buenas. A Sevilla han venido 22 ministros, no para jugar un partido de fútbol, sino para participar en la cumbre de la Agencia Espacial Europea. Teniendo como ministro español al astronauta Pedro Duque se entiende que es una ventaja para el sector. No es como tener a una médica en el Ministerio de Hacienda. Al enterarse de que la próxima misión a la Luna se está gestando en Sevilla, la gente pregunta que dónde hay que apuntarse. Tengan paciencia, que no irán tan deprisa. Y esto no es como hace cinco siglos, cuando Fernando de Magallanes estaba reclutando la expedición para dar la vuelta al mundo. A la Luna no va cualquiera. Como se vio con los yanquis hace medio siglo.