UNA de las citas básicas del puente de la Inmaculada en Sevilla es la exposición de los dulces de conventos de clausura en el Alcázar. Se celebra desde hace 35 años y se ha consolidado como un evento que atrae a sevillanos y turistas, muchos de los cuales no saben que los pueden adquirir durante el resto del año en los tornos de esos conventos. Este año participan 19, aunque en la provincia de Sevilla todavía existen 35 conventos de clausura con 523 monjas. Un verdadero milagro de Dios. A veces se comenta que entre las monjas de clausura hay un creciente porcentaje de extranjeras. ¿Y qué? También las extranjeras son hijas de Dios y buscan su refugio.

EL puente de la Inmaculada en Sevilla tiene su propio ritual costumbrista. Se basa en la gran tradición concepcionista de la ciudad, que fue pionera del dogma. Entre las actividades previstas, también las hay folklóricas, como la noche de las tunas. Las actuaciones ante el monumento de la Inmaculada, en la plaza del Triunfo, solían comenzar poco después de la medianoche, cuando arrancaba la fiesta del 8 de diciembre. Para entendernos, en una comparación cofradiera, sería como la madrugada de la Inmaculada. Este año van a empezar las actuaciones a las 22:45 horas de la noche del sábado, día 7 de diciembre, cuando cante la tuna de Económicas. Es algo así como si la cruz de guía de la Macarena sale en la noche del Jueves Santo, cuando Pasión está en la Campana. Es decir, un motivo para crear una polémica local.

ES un acierto que la Junta haya decidido modificar la concesión de las Medallas de Andalucía. Hoy es 4 de diciembre, una fecha ligada a la historia de la autonomía andaluza. En estos días también se conmemora el primer aniversario de las elecciones del cambio de la tortilla. Es otro acontecimiento, porque permitió que hubiera alternancia en la Junta, cuando parecía imposible. Originó el fin de un régimen, no sé si clientelar (como se suele decir), pero sí firmemente asentado en el concepto de que Andalucía y el PSOE eran lo mismo, a los efectos prácticos. En las medallas de Andalucía, por supuesto, también se notaba.

DESPUÉS del Año de Murillo, y en pleno Año de Magallanes, en estos días se ha puesto de moda el Trimestre de Montañés. La exposición del Museo de Bellas Artes de Sevilla se denomina Montañés, maestro de maestros, por lo que queda claro que pretende resaltar su magisterio en la imaginería. Permanecerá abierta hasta el día 15 de marzo, un detalle importante, ya que no hace falta que vayan todos en el próximo puente de la Inmaculada, ni tampoco que la dejen para los últimos días, ni mucho menos que se les pasen las fechas. Hay que verla y hay tiempo suficiente. Es cuestión de organizarse bien. Al margen de que en Sevilla gusta mucho una cola.

POR culpa de las negociaciones para formar Gobierno, por culpa de los ERE, por culpa de los premios de la MTV, las Estrellas Michelín y la Cumbre del Espacio, por culpa de la iluminación navideña para el Black Friday, por culpa de Magallanes y Montañés, por culpa de lo que sea, no se le está dando importancia a una gran barbaridad: el arboricidio de los naranjos sevillanos. Ríanse ustedes de cuando Susana Serrano llamó Juan Serrucho al alcalde, para lo que puede ocurrir. Se van a cargar la Sevilla del azahar, y van a eliminar más de la mitad de los naranjos que existen. No será a lo bestia, no será a serruchazo limpio. Tampoco será en plan de apearlos en modo terapéutico, como si sufrieran una lipotimia. La receta será sutil. Cuando un naranjito de Sevilla se vaya a hacer puñetas será sustituido por una especie diferente.