LOS resultados de las elecciones en Sevilla y su provincia todavía colean. Ya se ha insistido en que las extrapolaciones a la Junta de Andalucía y los ayuntamientos sólo sirven para distraer. En caso de que hubiera elecciones autonómicas (previstas para 2022) o municipales (previstas para 2023), fíjense todo lo que puede ocurrir. La gente vota diferente de un mes para otro, lo mismo en Coria del Río que en Badolatosa que en Sevilla. Sin embargo, los políticos son como son. Después del 10-N, ya están haciendo todo lo posible para que rueden cabezas. En el PSOE y en Ciudadanos, pero también en el PP y en Unidas Podemos.

EN estos días otoñales de noviembre se conmemora el cincuentenario de la muerte de Joaquín Romero Murube con diversos actos. Esta noche, en el Real Alcázar, a las 20:00 horas, tendrá lugar un homenaje que le organiza su Hermandad de la Soledad de San Lorenzo, en el que intervendrán cuatro académicos de Buenas Letras: Rafael Manzano, Enriqueta Vila, Aquilino Duque y Joaquín Caro Romero. Con el paso de los años, la figura de Romero Murube ha ganado grandeza. En vida, sobre todo al final, le regatearon méritos y sufrió las incomprensiones de una Sevilla cobarde, servil al poder, que antes lo había acogido como uno de los suyos. Sin embargo, su obra ha podido con el tiempo. Hoy Sevilla en los labios es como una biblia de la sevillanía. Sus libros, en general, forman parte de un todo, que es una Sevilla ideal a la que se considera eterna, pero no cateta.

EL principio de acuerdo que han anunciado Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para formar un gobierno de coalición es un reto a las matemáticas. Entre el PSOE y Unidas Podemos suman 155 escaños, que serían 158, si les añadimos los tres del Más País de Errejón. Unidos no pueden gobernar, por sí mismos. Así que necesitan otros apoyos, incluso si les añaden los siete del PNV. Pueden conseguirlo con Frankenstein; es decir, con los independentistas catalanes. Y más raramente con un rosario de partidos, entre los que parece improbable que se sume Ciudadanos, al que Pablo Iglesias ya le ha trazado la línea roja.

LOS análisis de los resultados electorales en la provincia de Sevilla destacan que ha vuelto a ganar el PSOE. Pero sería una simpleza dejarlo ahí, o limitarse a resaltar que Vox ha sido segundo, al superar por sólo 849 votos al PP, en el total provincial. En estas elecciones ha existido un corrimiento desde el centro a la derecha extrema. Miles de votantes de Ciudadanos se han pasado a Vox. En todas las elecciones hay un partido de moda. El 28 de abril fue Ciudadanos. El 10 de noviembre ha sido Vox. Sucede en gran parte de España, pero en Sevilla de forma muy acusada. Ese ha sido el fracaso del PP, por lo que no deben estar contentos. Muchos han pasado directamente de Ciudadanos a Vox, puenteando al PP, que en teoría está entre ambos partidos.

LOS resultados del 10 de noviembre son peores que los del 28 de abril. Las perversidades del último medio año han pasado factura: la izquierda se ha estancado, el centro se ha perdido y la derecha se ha extremado, con el auge de Vox. La falta de líderes sólidos se nota. Primero fue Unidas Podemos la que se cargó el bipartidismo. Ahora es Vox, cuya fortaleza deja al PP muy lejos de ganar unas elecciones en España. Esto lo sabía Pedro Sánchez, pero parece que no Pablo Casado, cuya campaña ha sido tibia e insuficiente para pelear la victoria al PSOE. Entre el helicóptero que paseó a Franco y las barricadas de Cataluña han conseguido resucitar el fantasma de las dos Españas. A eso se ha sumado el hundimiento anunciado de Ciudadanos. “Con Rivera no”, decían los socialistas en la noche del 28 de abril. Fue un error.