SE suele decir que Sevilla es propicia a la ojana y el peloteo. Por eso, en la ciudad no sólo gusta un pregón para cualquier evento o circunstancia, sino que también gusta mucho un premio, que es el compendio de las pompas y vanidades. La semana pasada el alcalde, Juan Espadas, expresó su intención de que Sevilla sea la capital del cine español, europeo y mundial. Esto es, la capital del cine galáctico. Y ha apostado por pedir la gala de los Premios Goya (que son los premios con más premio, por su rima, que no es con Sevilla, sino con cebolla), pues no está suficientemente contento con los premios del Cine Europeo, ni con los Max del teatro, ni con los Ondas, ni con cualquiera de esos premios que entregan todas las semanas en esta su ciudad.

LA puesta en libertad provisional de los cinco condenados por abusos sexuales en el caso de La Manada es escandalosa. Vuelve a llevar la indignación de las mujeres a las calles y deja en mal lugar a la Justicia. Devuelve el foco de atención hacia el origen sevillano del grupito, que deberá presentarse tres días a la semana, tras su salida en libertad provisional. Ya ha empezado el run-run en torno a Amate. Yo entiendo a las mujeres, pero también entiendo que este caso se le ha ido de las manos a todos y a todas, excepto a los abogados de los condenados, que conocen bien los entresijos legales. También tengo una duda: puede que las presiones a los jueces hayan servido para que decidan justamente lo contrario de lo que les exigían. Lo lógico hubiera sido prorrogar la prisión provisional, pero aquí todo es ilógico.

YA tenemos otra tormenta en un vaso de agua de Emasesa: el impuesto al turista. Ni está aprobado, ni se puede aprobar, mientras no cambien la normativa para las Haciendas Locales. Pero el alcalde Espadas lo ha argumentado con un toque populista, impropio de un político serio como es él. Con un eurito de nada, con un simple euro por turista, recaudarían 7.000 millones al año en Sevilla. Los hoteleros, por medio de su presidente, Manuel Cornax, han recordado algo a tener en cuenta: Sevilla será un destino menos competitivo si sólo se implanta aquí, pero no en el resto de nuestra comunidad. Y es cierto lo que dice Cormax: no sería un impuesto al turista, sino al hotel. Un turista de chanclas que duerma en un banco de la Plaza Nueva no lo pagará.

APENAS una hora después de haber tomado posesión Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, sin Biblia ni Crucifijo, me lo dijo un socialista: “Una de sus primeras medidas de peso será echar a Franco del Valle de los Caídos”. ¿De peso? De peso sería que arreglara el sistema de pensiones hasta el año 2200, aunque eso también sería un milagro. Pero echar a Franco del Valle de los Caídos no soluciona ningún problema real de los pobres de este país. Pero, bueno, a lo que iba, mucha gente quiere saber si en el mismo pack de Pedro Sánchez echando a Franco del Valle de los Caídos van incluidos Susana Díaz y Juan Espadas echando a Queipo de Llano de la basílica de la Macarena.

UNA de las suertes que tiene el PSOE es que cuando dicen algo se lo aplauden de inmediato, mientras que cuando lo plantea el PP no se le presta credibilidad. Se ha visto con la presunta supresión del peaje de la autopista AP-4 entre Sevilla y Cádiz. En la primera legislatura de Rajoy, la entonces ministra de Fomento, Ana Pastor, dijo que no se prorrogaría la concesión en 2019, y nadie la creyó porque quedaba muy lejos. Después Íñigo de la Serna dijo lo mismo, pero puso una carita de circunstancias que no revelaba entusiasmo, y tampoco le creían. Sin embargo, cuando lo ha dicho el nuevo ministro de Fomento socialista, José Luis Ábalos, se ha recibido con entusiasmo. A pesar de que el PSOE no pedía eso, sino el rescate ya, sin esperar.  A pesar de que Ábalos ha reconocido que no sabe cómo van a pagar el mantenimiento. Y sin que sea seguro que en diciembre de 2019 esté gobernando el PSOE, a pesar de que Pedro Sánchez quiere agotar la legislatura hasta 2020. Lo mismo decía Rajoy y ha salido trasquilado.