EN Sevilla, ayer la gente hablaba de la destitución de Lopetegui como seleccionador, de la retirada de Joaquín Sainz de la Maza como presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías y de la dimisión de Màxim Huerta como ministro de Cultura. ¡Vaya día! Desde que echaron a Rajoy parece que ha surgido otra conjunción astral, como la de Zapatero, ahora con Pedro Sánchez. Y ya es un sinvivir. En el caso de las cofradías, la gente está diciendo que esto se veía venir. Así que después de publicarlo Carlos Navarro Antolín, en primicia, en este Diario, han arreciado las especulaciones sobre quién será el siguiente presidente. Porque ya se especulaba.

FUE tan escandaloso el cisma del Palmar de Troya que se ha perdido la dimensión. Allí puede ocurrir lo más extravagante y siniestro sin que cause alarma social. La capacidad de asombro está agotada. Todo se asume desde la resignación de que es una fantasmagoría, que algún día acabará, aunque ahí sigue. El último episodio es morboso, surrealista y rocambolesco: Ginés Jesús Hernández, el ex papa palmariano Gregorio XVIII, está acusado de un intento de robo en la basílica, acompañado de su mujer, la ex monja Nieves Triviño, en el que presuntamente participaron, y que se saldó con una reyerta en la que fueron apuñalados el ex papa y un cura palmariano que lo sorprendió in fraganti.

MAÑANA, 13 de junio, día de San Antonio, se cumplen tres años desde que Juan Espadas fue elegido alcalde de Sevilla. Puede que fuera un milagro, ya que el candidato del PSOE no había ganado. San Antonio es un santo con fama de milagroso. Entre todos los que he visto, el más admirable me pareció el de Lisboa (donde nació), con esos recuerdos impresionantes de las muchachas portuguesas que le pedían novio. San Antonio era el santo casadero, incluso para las señoritas más desesperadas, algo que hoy suena de un machismo irresoluble. Antes se decía que una treintañera sin novio se había quedado para vestir santos. Y hoy en día, para vestir un santo, se dan puñaladas mil vestidores. Y por el novio no se preocupa ninguna feminista.

TENER un ministro sevillano siempre ha sido una necesidad. Lo contrario se interpretaría como un insulto a la ciudad. Eso viene de antiguo, puede que desde los romanos, con Trajano, que no fue ministro, sino emperador. Sin detenernos en los múltiples casos históricos, se suele recordar que con Felipe González de presidente y Alfonso Guerra de vicepresidente, se puso una pica en la Moncloa en 1982. También es curioso que en la primera candidatura de UCD, en 1977, estaban Manuel Clavero, Jaime García Añoveros y Soledad Becerril, y que los tres llegaron a ser ministros. Soledad fue la primera ministra de la democracia recién recuperada, antes de ser alcaldesa de Sevilla.

LOS abonados de las sillas de la Campana le deberían organizar un homenaje a Francisco Vélez de Luna, tesorero del Consejo de Hermandades y Cofradías. Así como quien no quiere la cosa, ha salvado más de dos mil sillas en peligro de perdición. Siempre que entra un alcalde nuevo, se le ocurre lo mismo: “Vamos a reformar la carrera oficial, y así nos ganamos a los capillitas”. Se parte de la idea de que los capillitas no se han dado cuenta de nada en los más de 100 años que ha cumplido esa carrera oficial. Todos los Consejos de Cofradías han analizado esa posibilidad y todos la han descartado. Pero todas las semanas se escribe que está en estudio la reforma de la carrera. Antes era para ampliarla. Tras los sustos de 2017 sería para reducirla.